Un día más se ha pasado y, por fin, puedes tumbarte en la cama tranquilamente. Estás tan cansado que, incluso, podrías desmayarte y, sin embargo, en lugar de cerrar los ojos y dejarte abrazar por el sueño, sucede algo más.
Empiezas a leer un libro, ver un episodio de tu programa favorito o de una serie, una película… O, simplemente, te entretienes mirando las redes sociales.
Y antes de que te des cuenta, una página más se ha convertido en cinco capítulos más, has visto una temporada entera de una serie o te has visto todas las nuevas publicaciones de tus amigos en las redes sociales.
Cuando decides mirar el reloj, te sorprendes al ver que son las 3 de la madrugada y, lo peor, es que debes despertarte a las 6. Estás muy cansado y sabes que el hacer alguna de estas actividades te iba a privar del sueño, pero, aún, así, no pudiste evitarlo. ¿Por qué?
Si lo que te acabamos de contar te parece familiar, es porque muchas personas en todo el mundo se han comportado alguna vez de esta forma. Este fenómeno generalizado se conoce como procrastinación a la hora de dormir.
¿Qué es y por qué sucede?
El concepto de procrastinación a la hora de dormir surgió por primera vez en un artículo de la Dra. Floor Kroese, un científico del comportamiento de la Universidad de Utretch, en los Países Bajos. Este artículo fue publicado en Frontiers in Psychology en 2014.
La Dra. Kroese y sus compañeros describieron la postergación de la hora de acostarse como el acto de “acostarse más tarde de lo previsto, mientras que ninguna circunstancia externa es responsable de hacerlo”, es decir, optar por retrasar la hora de acostarse sin una razón práctica para ese retraso.
Un estudio, que apareció en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública, se centró en los adolescentes, los “procrastinadores” de la hora de acostarse más obvios. Así, este estudio encontró que muchos adolescentes posponen el sueño para ver vídeos, escuchar música o enviar mensajes de texto.
Sin embargo, las razones detrás de este retraso deliberado no estaban claras y el estudio no abordó la ocurrencia de este fenómeno en adultos. Además, ¿por qué la postergación a la hora de dormir debería ser un acto de venganza? ¿De quién o de qué se vengan?
Desdibujando los límites entre el trabajo y la vida doméstica
Otro estudio de los Países Bajos, que apareció en Frontiers in Psychology en 2018, tuvo como objetivo responder la pregunta de por qué las personas pueden retrasar su hora de dormir a propósito, incluso cuando están cansadas.
En este sentido, los autores del estudio encontraron que, si una persona resistía los deseos durante el resto del día, más probabilidades tendría de postergar la hora de acostarse. Es decir, que cuantas menos cosas placenteras pudiese hacer una persona durante el día, más probable era que intentara recuperar ese tiempo por la noche.
De hecho, una de las causas importantes de esta procrastinación por venganza es que la cultura laboral actual se cruza con las expectativas personales y de tiempo libre.
En resumen, todo se reduce a tratar de recuperar ese tiempo tan necesario para la persona: el deseo de obtener un nivel de libertad personal impulsa el deseo de permanecer despierto más allá de un tiempo que proporcionará un nivel óptimo de sueño.
El aspecto de “venganza” de la postergación de la hora de dormir se presenta casi como un acto de rebelión contra las crecientes demandas en el trabajo y en el hogar, que nos dejan a muchos de nosotros poco tiempo o energía para invertir en actividades de ocio.
En este sentido, la pandemia de la Covid-19 y las consiguientes restricciones locales y nacionales han empeorado las cosas al difuminar los límites entre el hogar y la oficina, bloquear el acceso de los padres y cuidadores a la guardería, las escuelas y sus redes de apoyo, así como a obligar a los estudiantes a estudiar desde casa.
¿Quién es más probable que postergue el sueño?
Cualquier persona puede procrastinar el sueño antes de acostarse, aunque algunas personas son más propensas a ello que otras. En este grupo, entran las mujeres y los estudiantes.
Así lo indica un estudio de 2019 en una población polaca, que indicó que la probabilidad de procrastinación severa a la hora de acostarse es más del doble para las mujeres que para los hombres. Una diferencia entre sexos que ya aparecía en los escolares.
Aunque este estudio no explica por qué es más probable que las mujeres se acuesten tarde, es posible hacer algunas inferencias basadas en otras informaciones. Por ejemplo, una encuesta de la American Psychological Association de 2010, señaló que las mujeres son más propensas que los hombres a informar que experimentan un estrés significativo.
En este sentido, los datos revelaron que las mujeres son más propensas a reportar síntomas físicos y emocionales de estrés que los hombres, incluidos dolores de cabeza, sensación de que están a punto de llorar o malestar estomacal.
Esto puede ser una sorpresa dada la demostrable pobreza de tiempo de las mujeres: la cantidad de trabajo no remunerado que realizan, a menudo como cuidadoras principales de niños y miembros mayores de la familia.
Sin embargo, cuando se trata de postergar la hora de acostarse, parece también haber una brecha de edad, puesto que los más jóvenes son más propensos a participar en este comportamiento.
¿Por qué? Una posible teoría es que se trata de una rebelión contra las culturas organizacionales por las que están tratando de navegar, y, a menudo, son conscientes de lo fundamental que es el sueño para la salud y el rendimiento.