La Covid-19 es un ejemplo de ello: los animales pueden provocar transmitir enfermedades y provocar infecciones en los humanos. De hecho, una nueva investigación sugiere que la pérdida del hábitat forestal aumenta el contacto entre humanos y animales y, por lo tanto, también la transmisión de estas enfermedades.
El nuevo estudio fue publicado en la revista Landscape Ecology e identificó algunos factores que ponen en contacto a humanos y animales. Los investigadores señalaron que la destrucción continua de los hábitats forestales, para uso agrícola o para que vivan las personas, hace que este contacto se vuelva más frecuente.
Como consecuencia, también es probable que aumenten las posibilidades de transmisión de enfermedades de estos animales a los humanos.
Según varios informes, se cree que más de la mitad de todos los patógenos humanos son zoonóticos, lo que significa que primero surgieron en animales y luego se transmitieron a los humanos.
En este sentido, la revisión señala que la agricultura global intensiva ha aumentado, el cambio climático ha transformado las ecologías, los hábitats se han fragmentado, la biodiversidad se ha reducido y los humanos se han puesto en contacto con la vida silvestre, ya sea directa o indirectamente a través de animales intermediarios, como el ganado de cría intensiva.
Este estudio se centra en los roles que la deforestación y otros comportamientos humanos pueden tener para aumentar el contacto entre humanos y animales, de los cuales se derivan muchos virus que circulan actualmente entre las personas.
Según la autora principal del estudio, Laura Bloomfield, “en un momento en el que el Covid-19 está causando un nivel sin precedentes de devastación económica, social y de salud, es esencial que pensemos críticamente sobre cómo aumentan las interacciones que tenemos con animales infectados por enfermedades”.
De hecho, ya se observó transmisión de animal a humano en el caso del VIH y, probablemente, también con el SARS-CoV-2.
Fragmentos del bosque
El estudio examinó, en particular, los bosques y las comunidades rurales de Uganda, que existen muy cerca de los hábitats forestales. Un factor clave que ha puesto a los humanos en contacto con estos hábitats es la continua transformación de los bosques en tierras agrícolas y la proximidad de los dos tipos de tierras.
En África, la rápida expansión de la agricultura ha sido un factor principal en la deforestación generalizada. Esto da como resultado pequeñas islas de bosque en medio de océanos de tierras de cultivo, reduciendo la distancia entre humanos y animales.
Los autores señalan que, en Uganda, los patrones de migración han exacerbado estos efectos de la deforestación, dando como resultado que humanos y animales accedan a las mismas áreas pequeñas del bosque para alimentarse, o en el caso de los humanos, para materiales de construcción.
Esto aumenta el riesgo de contacto y transmisión viral entre animales y humanos, ya sea directamente o a través de ganado intermediario que, debido a la expansión agrícola, los agricultores pueden mantener cerca de los bosques.
Comportamientos humanos
Además de considerar el papel de la deforestación en forzar la proximidad entre humanos y animales, los autores también analizaron las formas en que los humanos se comportan cuando viven cerca del hábitat del bosque.
Para ello, recopilaron datos de uso de la tierra de pequeños agricultores e imágenes satelitales para comprender mejor la relación entre el paisaje y el comportamiento de los agricultores.
El equipo descubrió que los agricultores con más bosques fronterizos tenían más probabilidades de entrar en contacto con animales, al igual que los agricultores se adentraron en el bosque para encontrar materiales de construcción.
Los autores también observaron que, cuanto más pequeños son los fragmentos de bosque cerca de las tierras de cultivo, mayor es la probabilidad de contacto entre los agricultores y la vida silvestre, principalmente porque estos espacios comparten la mayor parte de su frontera con tierras de cultivo.