Año tras año, el número de personas que tienen depresión aumenta. De hecho, más de 300 millones de personas en todo el mundo vivían con esta enfermedad en 2017 y, según datos de la Organización mundial de la Salud (OMS), más de dos millones de personas la sufrieron entre 2005 y 2015 en España, es decir, un 5% de la población.
Numerosos estudios han señalado que existe un vínculo entre la depresión y la inflamación crónica en los últimos años, lo que conlleva a la hipótesis general de que la inflamación podría ser la causa de la depresión clínica.
En un intento por desenredar los mecanismos fisiológicos que pueden explicar la depresión, los investigadores examinaron varias vías biológicas que conducen a la inflamación. De entre ellos, la llamada vía de la kynureina (KYN) despertó un cierto interés, puesto que también es una precursora de la serótina, la “hormona de la felicidad”.
Anteriores estudios sugieren que los bajos niveles de triptófano en el cuerpo pueden explicar la depresión y los trastornos del sueño. En este sentido, el profesor Kuniaki Saito y Yasuko Yamamoto, de la Universidad de Salud de Fujita (Japón), plantearon la hipótesis de que los metabolismos de la vía KYN podrían servir como biomarcadores, que pueden ayudar a identificar el riesgo de depresión.
El triptófano y la depresión
“Varias líneas de evidencia científica sugieren que el metabolismo del triptófano está involucrado en los síntomas del trastorno depresivo”, explica Yamamoto. Así, para probar si ciertos metabolitos de triptófano en la sangre pueden indicar depresión, los investigadores probaron los niveles de suero sanguíneo de 61 participantes, cuyas pruebas de depresión clínica indicaron un alto riesgo de la afección.
Así, compararon estos resultados con los 51 participantes que no tenían ese riesgo y publicaron los hallazgos en al revista científica Nature Reports. De esta forma, el profesor Saito y su equipo utilizaron cromatografía líquida de alto rendimiento para medir con precisión las concentraciones de metabolitos de la vía KYN.
De esta forma, descubrieron que las personas en riesgo de depresión tenía niveles séricos más altos de ácido antranílicio y que las mujeres que tenían más probabilidades de desarrollar depresión tenían niveles más bajos de triptófano. Así, la vía KYN consume y metaboliza el triptófano en ácido antranílico, lo que aumenta sus niveles.
Una correlación directa
Los investigadores querían probar si los metabolitos podían predecir la progresión de la depresión en las personas. Para hacerlo, utilizaron datos de 33 individuos cuyas puntuaciones de depresión clínica indicaron una clara progresión hacia la afección en varios momentos.
El hallazgo de la vía KYN y sus efectos confirma que “existe una correlación fuerte y directa entre los niveles de ácido antranílico en la sangre y la gravedad de la depresión en la escala de depresión clínica”, según explica Saito.
Para finalizar, los investigadores probaron los niveles de metabolitos de triptófano en 48 personas con dolor crónico y E42 sin dolor. El análisis reveló altos niveles de ácido antranílicio y bajos niveles de triptófano en personas con dolor crónico. Lo que confirma un vínculo entre este tipo de dolor y la inflamación, por un lado, y la depresión, por otro.
“Estos hallazgos sugieren que el ácido antranílico puede ser un biomarcador sensible que podría usarse para detectar personas con alto riesgo de desarrollar depresión”, concluyen los autores.