Salud Pública

Alison Leary: El personal sanitario debería estar formado por los resultados, y no por los productos

 

Alison Leary: El personal sanitario debería estar formado por los resultados, y no por los productos.
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Es hora de pensar más radicalmente sobre la manera en la que planificamos el personal de atención médica, dice Alison Leary.

La crisis actual del personal sanitario en el NHS (Servicio Nacional de Salud) no es un fenómeno nuevo y estamos viendo que se está convirtiendo en un reto cada vez mayor en todas las profesiones. En un informe reciente, por ejemplo, varios grupos de reflexión predijeron que habrá un déficit de 108.000 enfermeras tituladas equivalentes a tiempo completo en 10  años, si las tendencias actuales continúan.

Podemos alcanzar algunas soluciones obvias: mejorar las condiciones de trabajo en equipo y la remuneración del personal, incentivar los roles de baja ocupación, y seguir el proceso de inmigración dentro de la escasez de preocupación. Estas disposiciones irían de alguna manera a mejorar los actuales problemas con el personal, pero quizás sea hora de pensar más radicalmente en la forma en la que planificamos el personal de atención médica.

Los planificadores de la fuerza laboral de la salud han tendido a concentrarse en la oferta- cuantos de XYZ podemos capacitar o costear, y las estimaciones de la fuerza laboral que necesitamos parecen prevenir principalmente del sector agudo. Este enfoque desde el punto de vista de la oferta tiene algunas desventajas diferenciadas. No nos informa de los tipos de trabajadores o atributos son necesarios para satisfacer la demanda.

La demanda de atención sanitaria en sí misma no es muy buena y se han hecho muy pocos intentos han sido de modelarla. Parece que se pone en la caja “demasiado difícil” y nos atenemos a lo que sabemos.

Aferrarnos a que nosotros siempre hemos hecho lo que hemos podido explicar por qué el personal sanitario de atención médica es modelado de forma similar a la industria de 1970, utilizando principalmente que fueron abandonados hace mucho tiempo por otros sectores que emprendían trabajos complejos y críticos para la seguridad fuera del ámbito de la asistencia sanitaria. La idea de que las personas tienen las habilidades técnicas y que el trabajo es una serie de tareas programadas y realizables, sin tener en cuenta las situaciones, arriesgarse, o factores humanos es una idea bastante arriesgada en la atención sanitaria. Este no es el caso aun en otras industrias, que van más allá en la compresión del trabajo, la fuerza del trabajo, el personal, y la relación del personal con resultados y seguridad.

Los enfoques clásicos y reduccionistas de la división del trabajo clínico se pueden observar en la mayoría de los servicios de salud en la actualidad. En consecuencia, cuando vemos iniciativas o programas sanitarios que vuelven al holismo, son elogiados por su novedad.

Este pensamiento se refleja incluso en la puesta en marcha de los servicios, que encarga la entrega de tareas, sin la prestación de atención a las personas o la mejora de los resultados de salud. Este enfoque es debido a su aparente simplificación del fenómeno complejo y porque la productividad puede ser medirse por el número de tareas realizadas en lugar de los resultados obtenidos.

La realidad es que es probable que estos enfoques reduccionistas y basados en la eficiencia  subestimen la carga de trabajos complejos y de alto riesgo porque las relaciones entre personal  y los resultados son complejas. Esto ha dado como resultado un enfoque estrecho en la atención sanitaria como una serie de tareas a completar, en lugar de prestación de la atención centrada en la persona. Este tipo de reduccionismo está también asociado con insatisfacción de la dureza del trabajo porque este puede ser deshumanizante. La naturaleza del trabajo clínico está orientada a las personas, no se centra en la entrega de productos sencillos y entregables.

La idea de trabajo sanitario no es simplemente tareas también perdura bastante la idea perjudicial de cambiar tareas entre los trabajadores del grupo. Esto refuerza el concepto que hay es una simple jerarquía de habilidades asociado con un refuerzo de valores. Todo lo que se requiere, por lo tanto, para satisfacer la demanda es elevar la cuantificación de otro personal  para cerrar la brecha.

Pero esta línea de pensamiento asigna valores falsos – afirma que el funcionamiento  más técnico y exigente es más valorable, aun cuando esto quizás no sea el trabajo requerido para la demanda que actualmente conocemos en muchas situaciones. Por defecto, desvaloraliza las complejas tareas que otros profesionales como médicos realizan, lo cual quizás sea igual de esencial para la gestión del riesgo o prevención del daño. Los ejemplos que vemos son percibidos como labores valorables incluidas gestión de casos, los cuales evitan que la gente se caiga; cuidados psicosociales o control de síntomas, los cuáles alivian el sufrimiento y que a veces llamados cuidados básicos por ejemplo lavar o alimentar a un paciente vulnerable y con enfermedades agudas. En contexto, este trabajo se considera poco cualificado, pero no lo es y su ausencia es catastrófica. Cambiar el enfoque de esta simple tarea puede también causar problemas con las relaciones en el entorno laboral y jurisdicción cuando esto se manifiesta en un grupo que reivindica ciertas tareas como “suyas”, por lo tanto entonces comienza una fuente de conflictos en el entorno laboral.

Con la búsqueda de incrementar la productividad, parece que el enlace entre los propósitos de sanidad y la planificación del personal se ha perdido. Esto aparece en que el propósito de los trabajadores es para deliberar tareas en lugar de lograr mejores resultados para los pacientes. Esto es similar a pedir a una aerolínea que despegue pero no se preocupe por el aterrizaje.

Los cuidados sanitarios son una actividad realizada por humanos. Intentando modelar habilidades, deliberar tareas o cualquier otra abstracción del trabajo es poco probable para tener éxito. En cambio, nosotros necesitamos poner más esfuerzo dentro de entender los riesgos y la demanda. Tenemos que considerar un lo que un  trabajador sanitario necesita para prestar atención a la población que atiende y diseñar una fuerza de trabajo impulsada por esa demanda. Y necesitamos la valentía para dejar ir la actividad como medida primaria del éxito de la salud, y en su lugar, considerar los resultados para los pacientes y los trabajadores cuando pensamos en la planificación del trabajo del personal.

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