Según el documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor del Ministerio, la salud de las personas mayores se debe medir en términos de función y no de enfermedad pues es aquella la que determina la expectativa de vida, la calidad de vida y los recursos o apoyos que precisará cada población.
El objetivo es mantener un nivel de función que permita el mayor grado de autonomía posible en cada caso.
La situación funcional previa al desarrollo de discapacidad y dependencia es uno de los mejores indicadores del estado de salud y resulta mejor predictor de discapacidad incidente que la morbilidad. Un acercamiento a ello es el concepto de fragilidad. Prevenir la discapacidad actuando sobre la fragilidad es posible, dado que esta última se puede detectar y es susceptible de intervención. La fragilidad es un estado de prediscapacidad, de riesgo de desarrollar nueva discapacidad desde una situación de limitación funcional incipiente, y su importancia es que se centra en la funcionalidad y no focaliza en el diagnóstico de enfermedad. La fragilidad es un buen predictor de eventos adversos de salud a corto, medio y largo plazo. Cada vez más estudios sus-tentan el hecho de que, en la población mayor, es mejor predictor de eventos adversos y discapacidad incidente que otros parámetros como la comorbilidad o multimorbilidad. A pesar de la importante asociación entre fragilidad, discapacidad y comorbilidad, entre un 23% y un 26% de los mayores con fragilidad no presentan discapacidad ni comorbilidad.
El documento de consenso de 2014, sobre prevención de fragilidad y de caídas en la persona mayor, propone realizar la detección precoz de la fragilidad en todos los mayores de 70 años independientes con un test de Barthel > 90 y con la prueba SPPB, dada su buena validación para detectar fragilidad y su elevada fiabilidad en predecir discapacidad, así como la factibilidad de su uso en Atención Primaria.
En un estudio liderado por Ana María Rosas Hérnandez, se aplicó estos criterios del Ministerio, donde un 37,78% de la muestra poblacional (n=307) de mayores de 70 años se seleccionarían como una población diana que necesita la prescripción de un programa de ejercicio físico para intentar revertir su situación funcional. Pero los autores constataron que cuando se exploran a los individuos de la muestra con los criterios de Fried se encuentra que casi la mitad de los individuos prefrágiles (49,5%), también necesitarían la prescripción de ejercicios para intentar revertir su situación. De esta manera muchos ancianos no son detectados a ser intervenidos cuando se aplican los criterios del documento de consenso promovido por el Ministerio de Sanidad.
Los autores acaban concluyendo que casi 2 tercios de los mayores presentan algún tipo de limitación funcional y que los criterios del documento de consenso para prevenir la fragilidad detectan a la mitad de los individuos prefrágiles de la comunidad.
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Profesionales. Estrategia de promoción de la salud y prevención. Fragilidad y caídas. Persona mayor [Internet]. Disponible en: https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/docs/FragilidadyCaidas_personamayor.pdf
Puede consultar los criterios de Fried: Fried LP, Tangen CM, Walston J, Newman AB, Hirsch C, Gottdiener J, et al. Frailty in older adults: Evidence for a phenotype. J Gerontol A Biol Sci Med Sci. 2001;56:M146—56.