Psicología

Viviendo con el Covid

 

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La variante Omicron del Coronavirus ha llegado en el frío invierno y está produciendo muchos contagios. Yo misma me contagié en enero. Y hoy quiero compartir mi experiencia al estar enferma con Covid, porque a nivel emocional y psicológico, no es como pasar un resfriado.

Una de las primeras preguntas que me hice fue… ¿Cómo me he podido contagiar?

Siempre llevo mascarilla FFP2 cuando estoy en la calle, no voy a lugares donde haya multitudes y mantengo las rutinas de lavar las manos de manera habitual y especialmente cuando vuelvo a casa de la calle. La respuesta que he encontrado es sencilla… Te puedes contagiar en cualquier lugar.

Tras casi dos años sin contagiarme, debo reconocer que confiaba en que no pasaría el Covid. Pero como suele ocurrir, la vida te sorprende. Acompáñame por esta travesía junto al Covid.

Los primeros síntomas y las dudas

En mi caso, los primeros síntomas fueron dolor de garganta y fiebre alta de 39,5º. La fiebre me dejó sin energía, arrasó con mi cuerpo y solo podía estar tumbada en la cama o sentada en el sillón. Me dolía el cuerpo… ese dolor especial que es exclusivo de la fiebre.

Cuando me tomaba la temperatura y veía que tenía tanta fiebre, me tomaba un paracetamol, pero la fiebre tardaba en bajar, dejándome sin fuerzas. Tal fue el calor de esos dos primeros días, que me salieron ronchas en la frente y el cuero cabelludo.

Cuando sentía que me ardía la cara y el cuello, me ponía un pañuelo de tela mojado en agua fría. Y esa sensación era reconfortante, esa frescura me ayudaba a reducir la sensación de calor.

En mi caso, esta fiebre alta duró un par de días desde el inicio de los síntomas, aunque pasada una semana, volvió a aparecer otro par de días, aunque un poco más baja, en torno a los 38º.

Junto con el dolor de garganta y la fiebre, llegó el agotamiento.

Era un agotamiento que va más allá del cansancio, más allá de las sensaciones que te puede dejar la fiebre. Era una sensación de no poder hacer nada, como si mi batería interna se hubiera descargado del todo.

Ese agotamiento hacía que incluso levantarme para ir al baño, fuera algo que requería mucho esfuerzo. Afortunadamente, el agotamiento ha desaparecido, pero me recordaba mucho a un tipo de agotamiento que solemos experimentar de vez en cuando quienes tenemos hipotiroidismo.

Después empezó a llegar la tos y la mucosidad. Si te digo la verdad, tres semanas después, continúo con algo de tos.

Al tiempo que se desarrollaban todos estos síntomas, mi apetito desapareció. Era un suplicio tomarme una sopa de pollo y dejaba más de la mitad. Me ha costado un poco aumentar mi apetito, pero poco a poco lo logré. Tampoco ayudaba el sabor amargo que sentía en mi boca cada día.

Y es que si estás enfermo y no comes, la recuperación es más complicada porque el cuerpo no obtiene la energía necesaria para sanarse. Ante Omicron, surge la gran duda. En ocasiones te haces el test de antígenos y te sale negativo, aunque los síntomas te indican claramente que tienes Covid.

Ese fue mi caso. Me hice un primer test y dio negativo, aunque estaba con fiebre y dolor de garganta. Esta es una duda importante, especialmente porque mucha gente se guía por el resultado más que por los síntomas y pueden llegar a hacer vida social si sus síntomas son leves.

Pero cuando sabes que tienes Covid, surgen muchas otras dudas y miedos…

Anticipando posibles complicaciones

He comprobado en mí misma, en personas de mi entorno e incluso en pacientes, que cuando el resultado del test de antígenos es positivo, llega el miedo.

Creo que lo primero que pensamos es…Por favor, que no tenga que ir al hospital ni a la UCI”. Es un ruego por poder pasar la enfermedad en casa.

La segunda cosa que anticipas es… Voy a vigilar mi respiración, porque como no pueda respirar, me voy al hospital”. Y en ese momento haces pruebas tú mismo, tomando una inspiración profunda y una espiración profunda. Y te calma poder hacerlo, aunque la mucosidad a veces te impida respirar del todo bien.

Los medios de comunicación tiene una gran parte de responsabilidad en esta anticipación negativa y en estos miedos, porque pones la televisión y lo primero que te dicen son las cifras de enfermos en la UCI y la saturación de los hospitales.

Y cuando ves el positivo en el test de antígenos, lo primero que llega a tu mente es la imagen de las personas que estaba entubadas en la UCI.

Así es nuestra mente… por protegernos y prepararnos, trae el miedo y las imágenes catastróficas. El miedo y la ansiedad están presentes y curiosamente, ambas emociones pueden alterar la manera en que respiramos, lo que aumenta nuestro temor al sentir estos síntomas.

Como verás, el Covid no solo entra en nuestro cuerpo y lo revoluciona, también ha entrado hace tiempo en nuestra mente y nos hace ver el mundo con unas gafas que hace un par de años no teníamos.

Cómo afrontar con calma el Covid

A pesar de que haya tenido miedo y esos pensamientos catastróficos que he compartido contigo, debes saber que pude calmarme y llevar una recuperación serena.

Estuve dos semanas sin poder trabajar ni hacer otra cosa que ir de la cama al sofá. Pero entendí que ese era el tiempo que necesitaba mi cuerpo para sanarse. Le di espacio, tiempo y calma para que hiciera lo que mejor sabe hacer… curarse. Aunque ello supusiera un frenazo en mi vida.

Si estás pasando ahora el Covid o si lo pasas más adelante, te voy a dar algunos consejos para que lo sobrelleves lo mejor posible:

Calma: Cuando estamos enfermos, necesitamos sentir calma dentro y fuera de nosotros. Dentro de nosotros lo logramos tomándonos tiempo y cambiando el ritmo de nuestra vida, yendo despacio y liberándonos de las responsabilidades habituales. La calma fuera de nosotros, la encontramos al estar en una habitación silenciosa o con música o la televisión con volumen bajo, una luz y una temperatura agradables. El entorno debe ser sanador también.

Descanso: Cuando estamos enfermos, nuestro cuerpo necesita descansar. Y precisamente esa es una de las funciones de la fiebre, nos deja sin energía porque nuestro sistema inmune está trabajando intensamente. Podemos ayudar a nuestro sistema inmune, durmiendo un poco más, no haciendo actividades que nos agoten (física y mentalmente) y simplemente dejando de hacer cosas.

Confía en tu cuerpo: Esta es la primera cosa que pensé cuando supe que tenía Covid. Confiaba en mi cuerpo, en su capacidad para sanarse y luchar contra este virus. Porque mi cuerpo es fuerte, siempre me ha defendido y siempre lo hará. Y al confiar en mi cuerpo, dejé a un lado esos pensamientos catastróficos y me rendí al descanso.

Entretente: Estar enfermo no es sinónimo de aburrimiento, al contrario, puedes aprovechar para ponerte al día en la lectura, en las series de Netflix o simplemente en hacerte un maratón de películas. Para mí, los días que estuve sin poder trabajar, se convirtieron en días un poco extraños, pero los aproveché para hacer estas cosas para las que no tengo tiempo habitualmente.

Afortunadamente, el Covid casi ha desaparecido de mi cuerpo, solo me queda algún síntoma residual como la tos. Y me siento afortunada por poder volver a mi vida cotidiana y haber recuperado mis fuerzas.

Confía en tu cuerpo… él sabe cómo sanarse

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