Psicología
El camino es hacia dentro
Solemos pensar que la vida es salir fuera, buscar respuestas más allá de nosotros. Yo te digo que es al revés, que el camino siempre es hacia dentro, que todas las respuestas que buscas, están dentro de ti.
Porque tu interior es un universo maravilloso que explorar y descubrir. La vida es un camino que se desarrolla de dentro hacia fuera, como ocurre con las plantas y las frutas. Porque nuestra esencia, la semilla de quienes somos, está en nuestro interior, en nuestro corazón. Y por eso debemos explorar el camino que nos lleva a nuestro corazón, el centro de nuestra vida.
Qué significa ir hacia dentro
Ir hacia dentro es tomarnos tiempo para estar con nosotros, en soledad, en silencio. Lo sé… da miedo.
Porque no sabemos lo que hay en nuestro interior, aunque sospechamos que hay cosas que no nos gustan, que hay sombras que llevan con nosotros mucho tiempo, tal vez desde la infancia. Y esas sombras están ocultas, pero a veces se muestran como son y nos hacen sentir mal. Por eso huimos de quedarnos con nosotros a solas, porque no queremos sufrir.
Y lo curioso es que por huir del sufrimiento, sufrimos en doble. Porque cuando no nos conocemos, las sombras son las que actúan por nosotros y eso nos hace sufrir. El silencio también nos asusta, nos asusta porque cuando entramos en nosotros, cerramos los ojos y vamos dentro, nos damos cuenta del parloteo incesante de nuestra mente.
Y de repente, el silencio externo se convierte en voces internas que nos angustian y que nos hacen comprender que hay demasiadas cosas dentro de nosotros.
Y ese agobio nos hace huir de nuestro interior, buscando estimulación que acalle esas vocecitas internas o al menos las haga menos visibles. Y de tanto huir de nosotros, acabamos perdidos.
Y sí… para volver a encontrarnos, tenemos que ir dentro de nuevo, crear silencio fuera para escuchar el murmullo interno. Un murmullo que con práctica y amabilidad, irá dejando paso a silencios profundos donde conocernos realmente. Emprender el camino hacia el interior, no es fácil. Por eso no todas las personas lo recorren.
Yo siempre digo que decidir conscientemente recorrer este camino, es de valientes. Y la valentía no llega si no sentimos miedo. Por eso el miedo nos fortalece, porque nos hace tomar riesgos para cambiar lo que no funciona.
Ir hacia dentro es un reto, conocernos profundamente requiere tiempo y esfuerzo… como las cosas más importantes de la vida.
Y una vez que te adentras en ti, este camino dura toda la vida. Comienzas a ver las cosas y a las personas desde tu interior, dejando a un lado las modas, dejando de juzgar tanto todo, incluso a ti mismo. Y así comienzas a valorarte, a cuidarte, a priorizarte y a desarrollar todo tu potencial.
Cómo comenzar este viaje
El viaje hacia el interior es una aventura. Y como toda buena aventura, debes llevar contigo una actitud amable, tu flexibilidad y tu curiosidad. Ahora compartiré contigo algunas cosas que me han ayudado mucho a emprender este viaje hacia mi interior:
Ser amable: Esta es la primera actitud que debes llevar contigo. La amabilidad contigo mismo es respetar tus tiempos, es aceptarte cuando sientes miedo o tristeza, es apoyarte cuando sientes que las cosas no salen como esperabas, es no perder la paciencia y saber que las razones que te han empujado hacia este viaje, se transformarán y cambiarán, como tú mismo.
Darme tiempo: Sé que mi viaje interior no tiene plazos, va a durar toda mi vida y eso me quita mucha presión. Porque no tengo prisa para alcanzar tal objetivo u otro, tan solo puedo ir trabajando con las que cosas que van surgiendo en mí. Para darme tiempo, debo observarme y eso me calma porque no tengo que actuar de manera impulsiva, tan solo tengo que quedarme en mí, sentirlo todo y quedarme con esas emociones, sensaciones y dolores. Porque emprender este viaje también duele, pero es un dolor sanador.
Ahondar en mi silencio: Siempre he sido una persona introvertida y reflexiva, de modo que no me ha costado demasiado ahondar en mi silencio. Aunque debo admitir que ha habido momentos en los que intentaba conectar con mi silencio y el murmullo de mi mente me desesperaba. Es normal, mi mente no siempre está calmada y centrada, en muchas ocasiones está sobrecargada. Pero incluso en esos momentos, me quedo conmigo, me quedo con el murmullo porque sé que mi mente está descargando preocupaciones y el silencio llegará cuando esté menos angustiada.
Respirar: La respiración es el puente entre la vida interna y la externa. Por eso respirar de manera calmada y serena, me facilita este proceso de ir hacia dentro. La respiración crea silencio en mi interior y también me permite observar las murmuraciones de mi mente. La respiración es mi ancla cuando siento mucha angustia, me mantiene unida a mí, me permite regular lo que siento e incluso me ayuda a liberar mi mente de sus murmullos. La respiración es mi aliada y en su interior hallo la calma.
Reaccionar y re-dirigir: Tengo que perderme en las emociones para volver a encontrarme. De esto me he dado cuenta a lo largo de los años. Tendemos a pensar que cuando llevamos mucho tiempo conociéndonos, dejaremos de responder de manera impulsiva llevados por el enfado o la tristeza. Nada más lejos de la realidad… necesitamos perdernos en la emoción, sentir la emoción intensamente, para re-dirigir nuestra atención y decidir cómo queremos responder, qué queremos decidir, cómo queremos dirigir nuestra vida. Por eso debo reaccionar y re-dirigirme, por eso debo perderme para encontrarme.
Descansar para continuar: Como ya te he dicho, este viaje interior no tiene fin. Por eso debo descansar a veces, porque en ocasiones se me hace difícil trabajar en mí y encajar el resto de mi vida. Por eso me permito tomar semanas libres de auto-conocimiento, porque cuando me conozco, sé que debo cuidarme y ser amable y eso supone también salir al mundo de vez en cuando, aunque siempre sepa que mi silencio interior es mi ancla.
El camino hacia tu interior dura toda la vida, sé paciente, sé amable