La vida es pura incertidumbre.
No somos conscientes de ello porque los humanos somos muy hábiles a la hora de ocultar lo que no nos gusta.
Por eso creamos tecnología que parece cubrir esta emoción que nos hace sentir incómodos. Por eso planificamos en exceso y deseamos controlarlo todo.
Hasta que la vida se expresa y nos muestra una vez más la incertidumbre, porque no podemos controlarlo todo, porque todo puede ocurrir.
Cuando pienso en este último año, me doy cuenta de cómo el Covid-19 ha introducido la incertidumbre en nuestras vidas y cómo muchas personas no han sabido qué hacer con esta emoción que nos confunde.
LA TRAYECTORIA DE LA INCERTIDUMBRE
La incertidumbre es una emoción elaborada, no es una emoción básica. Por eso me interesa explorar sus raíces… de dónde viene y qué nos muestra.
Descendiendo en la historia de la incertidumbre, me he dado cuenta de que una de las emociones que la producen, es el miedo.
El miedo sí es una emoción básica, de hecho nos ayuda a sobrevivir porque nos señala peligros y nos impulsa a huir o evitar aquello que nos pueda herir. El miedo es una emoción sabia y antigua que nos sigue acompañando porque es esencial para nuestra supervivencia.
Nuestro cerebro trata de protegernos, nuestros genes desean sobrevivir y para ello han tenido que crear las emociones, para que seamos cautos, para que los peligros que nos acechan no acaben con nosotros.
A tu cerebro le encanta saber lo que va a ocurrir en tu vida cada segundo… es un gran planificador y controlador, por eso no le gustan mucho los cambios, porque le recuerda que no puede controlar nada.
La incertidumbre surge en nosotros porque nos falta información
Puede ser que desconozcamos qué va a ocurrir en nuestra vida, tal vez sean unas pruebas médicas cuyos resultados tardan en llegar, puede ser la situación económica mundial o de nuestro país, tal vez incluso desconozcamos qué será de nuestra relación de pareja.
Ese desconocimiento nos hace ir a ciegas por la vida y de ahí llega el sufrimiento.
Una de las maneras de calmar al miedo, es tener información y la incertidumbre nos roba eso… la información, porque no sabemos lo que ocurrirá.
Sin embargo, hay una manera de convivir con la incertidumbre… confiar en ti.
Tal vez no puedas saber lo que ocurrirá con la economía de aquí a un año, puede que incluso desconozcas cómo se desarrollará tu relación de pareja.
Pero de lo que sí puedes estar seguro, es de que tienes estrategias y herramientas para afrontar lo que la vida traiga hasta ti. Creo que la confianza en uno mismo, es lo que nos ayuda a vivir junto a la incertidumbre.
Cuando sabemos que podemos afrontar cualquier cosa que llegue hasta nosotros, somos capaces de acompañar a la incertidumbre, de quedarnos con ella. Y cuando nos quedamos junto a ella, ocurre algo mágico, la incertidumbre se calma y nos da menos miedo.
LA ESPERANZA EN LA INCERTIDUMBRE
Creo firmemente que la incertidumbre es buena, de hecho sus intenciones son positivas, es solo que la interpretamos de manera inadecuada.
La incertidumbre es nuestra aliada si la comprendemos en profundidad y permitimos que se exprese.
Al igual que una de las raíces de la incertidumbre es el miedo, sus flores y frutos son la esperanza.
La esperanza nos susurra que todo va a ir bien, que somos capaces de afrontar lo que llegue hasta nosotros. El gran poder de la esperanza, es que podemos sacar algo bueno de todo lo que nos ocurre.
Una manera de cultivar esta emoción tan importante, es buscando aquellos aspectos que podemos cambiar de nosotros y fijándonos en las cosas positivas que tenemos, por pequeñas que sean. Porque la esperanza se hace más grande cuando desarrollamos nuestra gratitud.
Como ves, la incertidumbre no es tan mala cuando la escuchamos, nos quedamos con ella y la comprendemos.
EJERCICIO PARA CONVIVIR CON LA INCERTIDUMBRE
Crea un refugio. Así de fácil.
Pero este refugio existe dentro de ti, no necesitas irte a una isla desierta o a una cabaña solitaria en medio del bosque (aunque si eso te ayuda y puedes hacerlo, ¡adelante!).
Te propongo construir un refugio en tu interior. Un lugar dentro de ti al que puedes acudir cuando la realidad de la vida te supera, cuando la incertidumbre llega a ti con fuerza y te impide disfrutar.
Mi refugio es una isla de serenidad. Una playa hermosa, rodeada de montañas, con la arena blanca y templada por el calor del sol. Esta playa tiene algunas palmeras y bajo su sombra descanso y me conecto conmigo misma. También hay algunas flores exóticas cuyo aroma me transporta.
A esta isla viajo a través de mi respiración, conectando con ella y permitiendo que mi cuerpo se relaje y que mi mente abandone todo control. Tras acudir a mi refugio, a mi isla de la serenidad, me siento calmada y con la energía renovada. La esperanza vuelve a estar en mí y la vida me parece menos caótica, porque sé que llegue lo que llegue hasta mí, lo afrontaré… porque soy fuerte.
Diseña tu propio refugio, ese lugar que existe en ti y al que siempre puedes acudir