Esta es la sexta semana que vivimos aislados de nuestra vida cotidiana, del mundo tal y como lo conocíamos hasta ahora. No ha sido un camino fácil, nos ha puesto a prueba a todos, acostumbrándonos a trabajar de maneras alternativas, teniendo que acudir a nuestra creatividad. También nos ha confrontado con retos familiares, teniendo que convivir 24 horas con nuestros seres queridos y ya sabemos que la convivencia no siempre está plagada de calma. A pesar de todo eso, nos hemos ido adaptando y es que nuestra capacidad para seguir adelante es admirable.
Tras mes y medio de confinamiento, el estrés comienza a hacer mella en nosotros. Nuestro cuerpo y cerebro comienzan a interpretar que estamos viviendo una amenaza porque hemos cambiado nuestras rutinas, la manera en que nos alimentamos, nuestros horarios y actividades y es que no podemos engañar a nuestro cuerpo, que tiene en su interior una profunda sabiduría. Es en esta etapa en la que comienzan a aparecer los primeros signos de estrés, señal de que el cuerpo moviliza mucha energía para afrontar esta situación excepcional que estamos viviendo.
El estrés no es lo mismo que la ansiedad, ya que en esta última los síntomas nacen más en nuestra mente, mientras que el estrés hace referencia a un proceso de adaptación que inicia nuestro cuerpo ante una amenaza grave. Los síntomas de estrés que comenzamos a sentir en esta etapa del aislamiento, son:
- Cambios en el apetito: Podemos comenzar a sentir la necesidad de tomar más alimentos dulces o con más grasa. Este cambio en nuestras preferencias alimentarias es indicio de que nuestro cuerpo requiere grandes cantidades de energía. Cuando el estrés hace aparición, es habitual que necesitemos más azúcar y eso se produce porque necesitamos más energía para enfrentarnos a aquello que nos amenaza.
- Cambios en el sueño: Puede ser que tengamos más sueño y necesitemos dormir más horas o por el contrario, podemos tener insomnio y grandes dificultades para conciliar o mantener el sueño. Incluso la prensa ha descrito un curioso suceso y es que en pleno aislamiento, las personas están teniendo sueños nocturnos más vívidos, algunos de ellos centrados en la pandemia pero la mayoría versan sobre otros temas. Siempre he considerado que el recuerdo de nuestros sueños sucede cuando nuestra mente subconsciente quiere que tengamos alguna información importante acerca de nosotros mismos. ¿El aislamiento producido por la pandemia puede ayudarnos a evolucionar a nivel psicológico y emocional a través de nuestros sueños?
- Molestias físicas: Podemos comenzar a sentir molestias o dolores derivados de posturas incorrectas por pasar muchas horas sentados frente al ordenador en una silla que no promueve la salud de nuestra espalda o incluso podemos sentir molestias por pasar muchas horas sentado en el sofá de manera incorrecta. También pueden ser habituales los dolores de cabeza, señal de que el cuerpo añora el aire libre y el movimiento al que le tenemos acostumbrado.
- Cambios emocionales: Sin duda alguna el estrés también se expresa por medio de nuestra mente. En esta etapa del aislamiento podemos estar experimentando ya preocupaciones sobre nuestro futuro, sobre el momento en que volvamos a la “normalidad” (a pesar de que ésta no sea retornar a cómo vivíamos antes), podemos también sentir cierta angustia, habiendo días en los que nos sintamos a disgusto en nuestra propia piel. También puedes sentir enfado por esta paralización de tu vida cotidiana. Estas reacciones emocionales son totalmente normales y son pasajeras, no pierdas la paciencia y mantente junto a tus emociones.
Todos estos signos no son señales de que te ocurre algo grave, al contrario, es señal de que debes hacer algunos cambios en tu rutina diaria para calmar a tu cuerpo y a tu cerebro, combatiendo así la cara más negativa del estrés producido por el aislamiento. Algunas pautas que puedes seguir, son:
- Cuidar de nuestras glándulas adrenales: Estas pequeñas glándulas que se sitúan encima de nuestros riñones son las que se sobre-activan cuando estamos estresados. Para cuidarlas y reducir su activación podemos hacer diferentes cosas: Dormir entre 7-8 horas diarias, seguir una dieta equilibrada llena de verduras y proteínas, limitar el consumo de azúcar y harina blanca, practicar técnicas de relajación o mindfulness, practicar ejercicio físico moderado (yoga, pilates, estiramientos, etc.) y reducir la exposición a toxinas -tabaco, alcohol-. 1
- Respirar conscientemente y relajarnos: Cuando estamos estresados, nuestro cerebro también está sobre-activado, de modo que una buena manera de reducir su actividad frenética, es dedicar al menos diez minutos diarios a respirar con calma, atendiendo a la manera en que inspiramos y espiramos, dejándonos llevar por esa marea eterna que se crea en nuestro cuerpo y que se extiende por nuestra mente. Aunque te pueda parecer una estrategia demasiado sencilla, el poder de la respiración calmada se encuentra en que le envía la señal a nuestro cerebro de que no hay peligro, porque si podemos respirar con calma es porque no hay amenazas que nos acechen.
- Dieta equilibrada: Hipócrates decía que la mejor medicina es la alimentación y en el caso del estrés, los alimentos que tomamos tienen la capacidad de empeorar nuestro estado estresante o mejorarlo. Es recomendable consumir alimentos ricos en polifenoles (bayas, aceite de oliva, nueces, legumbres, cereales integrales, chocolate, frutas y vegetales). Estos alimentos tienen propiedades antioxidantes y anti-inflamatorios, por lo que nos protegen de enfermedades crónicas. 2
- Reserva momentos del día para actividades de ocio: Trabajar desde casa no siempre es fácil porque nuestros horarios son distintos y llegamos a dedicar más horas a trabajar y menos a relajarnos. Es importante que a diario te reserves diferentes momentos para relajarte y desconectar del trabajo y también de las noticias, que nos sobre-informan y pueden crearnos gran angustia. Hay miles de actividades de ocio que puedes realizar: leer, dibujar, escribir, ver series, películas o documentales, escuchar música, tocar instrumentos musicales, salir a la terraza o asomarte a la ventana y tomar el sol, meditar, colorear mandalas… Tú eliges, pero no te olvides de ti, de descansar y cuidarte.
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- Blum, S. (2013). The immune system recovery plan. A doctor`s 4-step plan to treat autoimmune disease. New York; Simon & Schuster, Inc.
- Zhang, H., Tsao, R. (2016). Dietary polyphenols, oxidative stress and antioxidant and anti-inflammatory effects. Current opinion in Food Science; 8:33-42. DOI: 10.1016/j.cofs.2016.02.002.