Tanto para la población general como para los propios profesionales de la salud, el dolor infanto-juvenil físico y/o psicológico es el gran desconocido a pesar de los avances e investigaciones que en este campo que se han llevado a cabo en los últimos años.
Tal como se afirma desde la Fundación Grünenthal, según los últimos estudios, el dolor crónico afecta a entre el 20 y el 30% de la población infantil y juvenil, de los que el 5% sufre graves problemas de discapacidad asociados al dolor.
Es por ello por lo que resulta tan importante ser conocedores del dolor crónico en la población infantil y cómo afecta al niño y al entorno este sufrimiento, ya que lo expresan de manera diferente a como lo pueden expresar los adultos y siendo capaces como profesionales sanitarios de conocer su abordaje para al menos paliar el malestar constante de los más pequeños y de sus cuidadores.
Este abordaje se enfrenta a importantes desafíos, entre otros la dificultad de valoración de los pacientes más jóvenes, la oferta limitada de tratamientos validados, la escasez de guías clínicas para el abordaje del problema, así como la falta de estudios y formación de los agentes implicados (Grünenthal)
Otras cuestiones que destacar es que el dolor crónico infanto-juvenil no solo es de origen oncológico como solemos pensar, sino que existen multitud de enfermedades comunes y raras que afectan permanentemente a la calidad de vida del niño en su vida diaria y a muchos niveles: en la escolarización, en sus relaciones sociales, en la familia, en las emociones, en la autoestima o en el autoconcepto.
También cabe destacar que el abordaje será diferente en función de la edad del menor, de la gravedad de la enfermedad asociada, de si el pequeño está en un entorno hospitalario o no o de si ha sido o no intervenido quirúrgicamente.
Técnicas de relajación para reducir la ansiedad y la tensión muscular
En esta primera parte del dolor crónico infantil nos centraremos en técnicas de relajación para reducir la ansiedad y la tensión muscular, tanto en su vida cotidiana como en los diferentes procedimientos médicos que suelen ser dolorosos en estos jóvenes pacientes.
Proponemos entonces técnicas de relajación muscular para aliviar o disminuir el malestar subjetivo del dolor. El objetivo es conseguir que el niño identifique las señales de sus músculos cuando están en tensión debido a la sensación de dolor, para más tarde poner en marcha las habilidades aprendidas y reducir dicha tensión.
¿Cómo empezamos?
Si el niño es capaz de seguir instrucciones simples, una manera de comenzar es estar sentados o acostados en un lugar tranquilo, con ropa cómoda y dentro de un horario que sea similar entre unas sesiones y otras.
Las instrucciones se darán con voz pausada y más o menos monótona y deberán indicar detalladamente qué hacer en cada momento de la sesión y cuándo.
¡A practicar como los niños y niñas de aquí y de allá!
El procedimiento debe constar de dos fases: una es el control de la respiración y la otra es el de la relajación muscular.
El objetivo del control de la respiración abdominal es el hecho de llegar a controlarla voluntariamente y tratar de automatizarla para llegado el momento de la situación estresante poder sentirnos seguros. ¡Lo conseguiremos si lo practicamos muchas veces!
Más tarde pasaríamos a la relajación muscular, donde trabajaremos diferentes grupos musculares: manos y brazos, brazos y hombros, hombros y cuello, mandíbula, cara-nariz-frente, estómago, piernas y pies.
A través de instrucciones simples en cada uno de estos grupos musculares, los niños van poco a poco captando la atención de cada zona y relajándose.
(En los próximos artículos hablaremos del autoconcepto de los niños con dolor de tipo crónico así como de los contratiempos en el ámbito escolar).