Nutrición y Dietética
5 mitos comunes sobre la obesidad
Según el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar, en España la prevalencia de la obesidad es del 14,5% mientras que la del sobrepeso asciende al 38,5%. Es decir, uno de cada dos adultos presenta un peso superior a lo recomendable. A nivel mundial, la OMS estima que alrededor de 650 millones de adultos padecen obesidad.
Las personas son cada vez más conscientes de los problemas de salud asociados con la obesidad. Sin embargo, a pesar de las campañas de salud pública, los mitos continúan y muchos de ellos impulsan el estigma que puede afectar la salud mental de las personas con obesidad.
Por ejemplo, los resultados de un metaanálisis de 2020 sobre este tema indican que existe una asociación más fuerte entre el estigma de peso y la salud mental disminuida con el aumento del índice de masa corporal. Por eso, es importante abordar y conocer estos mitos.
1. Para reducir la obesidad, coma menos y muévase más
En muchos casos, consumir más calorías de las que el cuerpo necesita durante un tiempo prolongado es la causa directa de la obesidad. De hecho, la gran mayoría de las medidas para reducir la obesidad tienen como objetivo reducir la ingesta calórica, aumentar la actividad física o ambas.
Aunque la dieta y el ejercicio son factores importantes, varios factores no relacionados también pueden desempeñar un papel importante en la obesidad. De hecho, las personas a menudo olvidan estos factores, que incluyen un sueño insuficiente, estrés psicológico, dolor crónico, disruptores endocrinos y el uso de ciertos medicamentos.
En estos últimos casos, comer en exceso puede ser más un síntoma que una causa. Además, algunos de estos factores trabajan juntos para aumentar la probabilidad de obesidad. Por ejemplo, debido a la prevalencia del estigma de peso, la obesidad puede ser estresante para algunas personas, aumentando así los niveles de estrés y provocando un ciclo de retroalimentación negativa.
Sumado a esto, el estrés puede afectar la calidad del sueño y esto, a su vez, puede causar la falta de sueño, que es otro factor en el desarrollo de la obesidad. De hecho, los niveles de hormona del estrés se correlacionan positivamente con la disminución de la duración del sueño.
El estrés, el sueño y el dolor son solo tres factores interrelacionados que pueden impulsar la obesidad, pero hay que tener en cuenta que el caso de cada persona es diferente y recibir una instrucción de “moverse más y comer menos” puede no ser una intervención adecuada.
2. La obesidad causa diabetes
La obesidad no causa directamente la diabetes, aunque sí que es un factor de riesgo para la diabetes tipo 2. No obstante, no todas las personas con obesidad desarrollan diabetes tipo 2 y no todas las personas con diabetes tipo 2 tienen obesidad.
La obesidad también es un factor de riesgo de diabetes gestacional, que ocurre durante el embarazo, pero no es un factor de riesgo de diabetes tipo 1.
3. Las personas con obesidad son vagas
Un estilo de vida inactivo es un factor de obesidad y volverse más activo puede ayudar a perder peso, pero la obesidad es más que la inactividad. Un estudio de 2011 utilizó acelerómetros para medir los niveles de actividad de 2.832 adultos, de 20 a 79 años, durante 4 días. Su recuento de pasos se redujo a medida que aumentaba su peso, pero las diferencias no fueron tan significativas como podría predecirse, especialmente para las mujeres.
La siguiente lista muestra el peso de las mujeres y cuántos pasos dieron por día durante el estudio:
- Las que tenían un peso “saludable”: 8.819 pasos.
- Con sobrepeso: 8.506 pasos.
- Con obesidad: 7.546 pasos.
Cuando se considera que alguien con sobrepeso u obesidad gasta más energía con cada paso, la diferencia entre los gastos generales de energía de los grupos puede ser aun más leve. Esto no significa que la actividad física no sea fundamental para la buena salud, pero la historia es más compleja.
Otro factor a considerar es que no todas las personas son capaces de realizar actividad física. Por ejemplo, algunas discapacidades físicas pueden hacer que moverse sea un desafío o imposible.
Además, ciertos problemas de salud mental pueden afectar gravemente la motivación y parece haber una relación entre la depresión y la obesidad, lo que profundiza todavía más la complejidad.
4. Si tienes familiares con obesidad, también podrías tenerla
La relación entre la obesidad y la genética es compleja, pero alguien cuyos familiares tienen obesidad no necesariamente desarrollarán la enfermedad por sí mismos. Sin embargo, sus posibilidades de hacerlo son mayores.
Comprender el papel de los genes y el medio ambiente de forma aislada es difícil: las personas que comparten genes similares a menudo viven juntas y, por lo tanto, pueden tener hábitos alimentarios y de estilo de vida similares.
Lo cierto es que la genética parece jugar un papel importante en la obesidad. En los últimos años, los científicos han buscado los genes que influyen en la probabilidad de obesidad.
Como explican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, en la mayoría de las personas con obesidad no se puede identificar una causa genética única. Desde 2006, los estudios de asociación de todo el genoma han encontrado más de 50 genes asociados con la obesidad.
No obstante, hay que tener en cuenta que, aunque la genética es importante, eso no significa que la obesidad sea inevitable para alguien cuyos familiares padecen esta enfermedad.
5. La obesidad no afecta a la salud
Esto es, claramente, otro mito. Hay varias condiciones asociadas con la obesidad, como por ejemplo que la obesidad aumenta el riesgo de diabetes, presión arterial alta, enfermedades cardiovasculares, apnea del sueño…
Dicho esto, incluso una pérdida de peso modesta puede proporcionar beneficios para la salud. Según lo CDC, la pérdida de peso del 5 al 10% de su peso corporal total probablemente produzca beneficios para la salud, como mejoras en la presión arterial, el colesterol en sangre y el azúcar en sangre.
Además, una revisión de la literatura existente en el BMJ concluye que las intervenciones de pérdida de peso pueden reducir la mortalidad prematura por todas las causas en adultos con obesidad.