Postres, hamburguesas, frutas, carnes, pizzas, utensilios de cocina y cientos de recetas. En resumen, más de tres millones de publicaciones que se pueden encontrar con la etiqueta “comida” en el buscador de Instagram. Y, si se escribe “Food” –comida en inglés-, la cifra se multiplica.
Existe, desde hace años, un interés por fotografiar la comida. Una tendencia predominante por capturar todo aquello que se va a comer que afecta a los hábitos alimenticios de las personas, así como a sus preferencias alimentarias. Lo cierto es que estos hábitos pueden estar influenciados, sobre todo, por los amigos, incluido los que están “online”.
Los autores de un nuevo estudio piensan que su trabajo podría usarse para animar a las personas a comer más frutas y verduras y a consumir menos bebidas con alto contenido energético y azucaradas. De hecho, solo el 2,2 por ciento de los adultos estadounidenses comieron las porciones recomendadas de fruta, según los Centros para el Control y la Prevención para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCPEEU).
Así, lo que digan los amigos en sus círculos sociales en internet sobre la comida puede dar forma a los propios hábitos de la persona, según un estudio. Lily Hawkins, autora del estudio y estudiante de doctorado en la Universidad de Aston en Birmigham, Reino Unido, señala: “Este estudio sugiere que nuestros compañeros sociales pueden influirnos más de lo que nos damos cuenta al elegir ciertos alimentos. Parece que, subconscientemente, explicamos cómo se comportan los demás al elegir nuestras propias comidas”.
La influencia de los amigos en las redes sociales
Alix Timko, PhD, investigador en PolicyLab en el Hospital de Niños de Filadelfia (CHOP) y científico clínico en el Programa de Tratamiento de Evaluación de Trastornos Alimenticios en CHOP, señaló que este nuevo estudio no analiza directamente cómo las redes sociales afectan a la alimentación de las personas. Sin embargo, sí examinaron cómo las diferentes normas sociales afectan al consumo de ciertos alimentos. Estas normas también existen en otras situaciones, como en las relaciones entre estudiantes universitarios o compañeros de trabajo, pero los profesionales decidieron centrarse en las redes sociales porque representan una gran cantidad de las interacciones sociales.
Así, en el estudio, los investigadores preguntaron a 369 estudiantes universitarios sobre su consumo de frutas, verduras, bebidas con alto contenido energético y con azúcar, así como sobre su uso de Facebook y otras redes sociales y las percepciones sobre los hábitos alimenticios y preferencias de sus amigos en línea.
Resulta que, en el mundo de las redes sociales, las normas sociales pueden afectar a los hábitos alimenticios de dos maneras específicas. “Cuando las personas piensan que otros miembros de un grupo comen más porciones de fruta y verduras o las comen con frecuencia, ellos mismos también lo hacen”, explica Timko.
El segundo efecto está relacionado con lo que creen que deberían de estar haciendo. “Cuando se consideró el consumo de bebidas con alto contenido energético y con azúcar, las personas que participaron en el estudio consideraron que los usuarios de Facebook deberían estar consumiendo lo mismo que ellos”, indica el investigador en PolicyLab.
El impulso hacia una alimentación sana
Las normas sociales han desempeñado un papel esencial en muchas campañas de salud pública, como “no beber y conducir” o contra el vapeo, dirigida a los menores, donde los comportamientos se identifican con lo que “hace la mayoría de las personas”.
Los autores de este nuevo estudio piensan que su trabajo se podría utilizar para animar a las personas a comer más frutas y verduras. “La implicación es que podemos usar las redes sociales como una herramienta para ‘empujar’ la conducta alimenticia de los demás, dentro de los grupos de amistad. También, potencialmente, usar este conocimiento como una herramienta para las intervenciones de salud pública”, comentó Hawkins.
En este sentido, lo cierto es que hay mucho margen de mejora en estas áreas. Solo el 12,2% de los adultos estadounidenses comieron las porciones recomendadas de fruta. Además, el 36,6% de los adultos comió comida rápida en Trusted Source en un día determinado.
Así, Timko aseguró que las redes sociales podrían usarse para mostrar “hermosas fotos de platos de verduras y frutas”, lo que ayudaría a que la gente consumiese más estos alimentos.
Sin embargo, este tipo de campañas de salud pública tienen que caminar por una línea muy fina, porque etiquetar ciertos alimentos como “saludables” o “no saludables” puede implicar que se entienda como que son “buenos” o “malos”. “Esto le da un valor moral y puede avergonzar, inadvertidamente, a las personas que consumen alimentos que se perciben como ‘poco saludables’ y elogiar a los que se consideran ‘saludables’”, concluye Timko.