A principios de los años setenta Raun Kaufman (1974), fue diagnosticado en los Estados Unidos de autismo severo con un CI inferior a 40, según los profesionales que lo trataron y propusieron a sus padres, Barry y Samarhia Kaufman, que lo internasen en un centro, ya que poco más se podía hacer por él en aquellas condiciones.
Sin embargo, estos padres “inventaron” una nueva forma de trabajar con el desorden neurológico (relacional) de su hijo y que trae consigo numerosos síntomas, siendo el más evidente, la falta de interacción con el resto de las personas y que presenta un amplio espectro. La mayoría de estos niños presenta lo que se denomina un trastorno conductual como consecuencia de este déficit de socialización.
Los Kaufman introdujeron técnicas revolucionarias, que dieron lugar a resultados inimaginables: su hijo emergió por completo del autismo y ha tenido una vida “normal” como cualquier otro chico de su edad.
Así, en 1983 fundaron el Centro de Tratamiento de Autismo de América (ATCA) en Sheffield, Massachusetts, ayudando a miles de familias hasta la actualidad a través de su método: el método Son-Rise.
¿Y cómo comenzaron estos padres? Haciendo “joining” con su hijo (uno de los puntos claves del programa). Mediante el “joining” o “unión” los padres o terapeutas se unen a las conductas exclusivas y repetitivas de los niños (estereotipias).
¿Dónde se realiza el “joining”? En lo que se denomina una “playroom”: un espacio donde el niño ha de estar tranquilo, donde todo está permitido, pues el programa no incluye una metolodología directiva o conductual, ya que no entramos en el playroom con la intención de modificar, desterrar o promover ninguna conducta, pues lo que necesita un niño en el espectro es crear vínculos profundos de aceptación y cariño con otras personas.
El playroom va a ser como un invernadero en el que tratamos de recrear las condiciones óptimas para el desarrollo social y emocional.
Es el lugar en que el niño puede ser quien es, nosotros también, sin juicios sobre que es lo normal o anormal, lo correcto o incorrecto.
En el «playroom» todo está permitido. El foco de lo que hacemos allí consiste en crear básicamente un fuerte vínculo con el niño en sus propios términos, relacionarnos con él a su manera, sin pedirle nada.
El programa Son-Rise no pretende que los niños “parezcan normales” o que aprendan rutinas o memoricen frases ni se obligue a recordar que tienen que mirar a los ojos, o realizar expresiones faciales. Lo que se pretende es flexibilizar su cerebro, crear nuevas maneras de pensar, percibir y vivir las relaciones con otras personas. Y es en este sentido, según el método Son-Rise, considera que el material tradicional con el que se trabaja con los niños con TEA como los PECS, las agendas visuales, los sistemas de premios, acentúan el autismo del niño, debido a que lo limitan aún más en su modo de pensar y de sentir.
El programa Son-Rise es un programa que no está pensado para ayudar a los niños, sino a los padres. Padres que quieren interactuar con su hijo en otro nivel. El programa les da a los padres las claves para que puedan inspirar e invitar a sus hijos a crear vínculos más profundos, íntimos y ricos.
Los padres o terapeutas hacen la invitación al niño a conectarse sin juicios, sin expectativas, pero sí con cariño y con fe en las posibilidades ilimitadas de esa criatura, y con la convicción de que el niño es “perfecto” tal cual es. La filosofía de Son-Rise no es cambiarlos, sino conectar con ellos.
Al ver que alguien cree en ellos, que se les trata con cariño, que son respetados y que el resto de las personas puede disfrutar de lo que ellos disfrutan, es posible que ellos cambien como resultado de su voluntad y esfuerzo de relacionarse con los demás.
El objetivo del programa, en definitiva, sería inspirar a los niños para que quieran hacer las cosas que les proponemos, y para que aprendan, a pensar diferente, de un modo “normal”.