Las personas mayores que consumen un alto nivel de azúcares añadidos en su dieta tienen más riesgo de fragilidad, según un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition y realizado en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), CIBERESP e IMDEA Alimentación.
Los autores de este estudio se marcaron como objetivo examinar la asociación entre los azúcares añadidos en la dieta y la incidencia de la fragilidad en las personas mayores. Como conclusión determinaron que el consumo de azúcares añadidos en la dieta de las personas mayores se asoció con la fragilidad, sobre todo cuando estaba presente en los alimentos procesados. Los componentes de fragilidad que se asociaron más estrechamente con los azúcares añadidos fueron el bajo nivel de actividad física y la pérdida de peso involuntaria.
El síndrome de fragilidad asociado a la edad es el resultado de la pérdida de reserva funcional y tiene entre sus fundamentos fisiopatológicos la insuficiente masa muscular. Las consecuencias de padecer fragilidad son más caídas, más discapacidad, hospitalizaciones o ingresos en residencias, así como muerte prematura.
Los datos fueron tomados de 1973 adultos mayores y ancianos españoles de la cohorte Seniors-ENRICA. El consumo de azúcares añadidos (incluidos los que se encuentran en los zumos de frutas) lo obtuvieron utilizando un historial de dieta validado. A los participantes del estudio, según reflejan los autores en su estudio, el seguimiento se estableció en el período de 2012-2013 para evaluar la fragilidad en base a los criterios de Fried. Los autores realizaron análisis estadísticos con regresión logística ajustada por edad, sexo, educación, hábito de fumar, índice de masa corporal, ingesta energética, comorbilidades autoinformadas, puntuación de adherencia a la dieta mediterránea (excluidas las bebidas azucaradas y los pasteles), tiempo para ver la televisión y actividad física durante el tiempo libre.
