La correcta analgesia debe ser una asignatura de cumplimento obligatorio.
La evaluación del dolor y el sufrimiento en un paciente crítico no es una tarea fácil pero sí muy importante e intensamente relacionada con el personal enfermero. Las respuestas tanto psicológicas, hemodinámicas, metabólicas como neuroendocrinas que son producidas por un control inadecuado del dolor pueden aumentar la morbimortalidad del paciente.
Una UCI sin dolor debe ser un objetivo de calidad asistencial en cualquier servicio de Medicina Intensiva.
El dolor es una de las mayores preocupaciones tanto por el personal sanitario como por el paciente y su entorno.
Un dato nefasto para el personal enfermero sitúa la tasa del dolor entre los pacientes ingresados en una UCI en torno al 50-90% en algún momento de su estancia hospitalaria. Por todo ello el primer paso para el tratamiento del dolor es su correcta detección.
La valoración subjetiva en el nivel del dolor por el personal enfermero y el paciente es una barrera importantísima a la hora de su correcto tratamiento. La mejor forma de conocer si un paciente tiene dolor, desde luego, es preguntándole y no caer en juicios de valor; si el paciente nos refiere dolor creeremos que lo tiene. No obstante, esta situación ideal no siempre se tiene en la UCI ya que muchos de nuestros pacientes pueden tener problemas a la hora de comunicarse (inconsciencia, sedación profunda etc.), barreras religiosas, en el idioma y un largo, etc
Objetivos básicos en la analgesia:
- Evitar la sensibilización central y periférica producida por las lesiones.
- Disminuir la hiperactividad de los nociceptores.
- Evitar la amplificación del mensaje nociceptivo.
- Disminuir la respuesta al estrés consistente fundamentalmente en una respuesta neurovegetativa manifestada por un aumento de la frecuencia cardiaca, tensión arterial, gasto cardiaco y consumo de oxígeno.