Según un estudio de Sanitas Mayores, tres de cada diez cuidadores de personas con Alzheimer creen que la enfermedad “avanzó más rápido durante la pandemia”. ¿Cómo ha afectado realmente el confinamiento y la pandemia a los pacientes con esta enfermedad?
El confinamiento, a causa de la emergencia sanitaria debido a la Covid-19, fue un suceso para el que ninguna persona se encontraba preparada. Desde los más pequeños hasta las personas adultas mayores sufrieron un desajuste en su diario vivir, con afectaciones a nivel emocional, conductual, social, familiar, laboral, entre otros. No son la excepción las personas que padecen la Enfermedad de Alzheimer (EA).
Particularmente, a este grupo de personas el confinamiento le generó repercusiones considerables debido a la falta de socialización, el encierro forzado, la falta de actividad física, una dieta limitada y la sobrecarga emocional y física por parte de sus cuidadores, permitiendo que el deterioro cognitivo sea mucho más acelerado y agresivo.
Como profesional de la salud mental a cargo de varios pacientes con EA, he visto en primera línea las consecuencias negativas del confinamiento en mis pacientes y en sus familiares, lo que me ha llevado a replantear los programas de intervención para ajustarlos a las nuevas necesidades, con la finalidad de alcanzar una adecuada calidad de vida para estas personas.
Además de la predisposición genética que tenemos hacia ciertas enfermedades, ¿cuáles son los principales factores de riesgo para desarrollar Alzheimer?
La EA presenta una gran variedad de factores de riesgo. Sí, uno de ellos es la predisposición genética, es decir que, el riesgo de padecer EA es más alto si un familiar de primer grado ha presentado esta enfermedad.
La edad es el factor de riesgo que mayor incidencia tiene en la EA, a medida que la persona envejece aumenta la probabilidad de padecer esta enfermedad. Otros factores importantes son: el sexo debido a que las mujeres tienen mayor predisposición a generar esta enfermedad, haber sufrido un traumatismo craneoencefálico con una lesión considerable, mantener hábitos dañinos para la salud como la falta de ejercicio, el sedentarismo, el consumo excesivo de alcohol y tabaco, patrones de sueño deficientes, finalmente la EA se puede presentar en personas con otro tipo de enfermedades como diabetes, obesidad, presión arterial alta, altos niveles de colesterol, entre otras.
¿Se puede hacer algo, a nivel individual, para prevenir o retrasar el desarrollo de esta enfermedad?
Si bien es cierto, la EA es una enfermedad que no se puede prevenir, pero sí se puede modificar el estilo de vida de la persona y, de esta manera, disminuir los factores de riesgo. Llevar un estilo de vida más saludable es una de las pautas más importantes para disminuir los factores de riesgo, para ello podemos realizar ejercicio físico, mejorar la alimentación con alimentos frescos y bajos en grasa, eliminar el consumo excesivo de alcohol y tabaco, y controlar periódicamente los niveles de colesterol y presión arterial.
En este sentido, se dice que los ejercicios mentales, el ejercicio físico y la socialización son factores que influyen en la prevención de esta enfermedad.
Efectivamente, es importante que la persona pueda mantener una actividad mental satisfactoria. Esto es posible mediante la adecuada socialización, ya sea con sus familiares o con sus pares, realizar actividades como leer, bailar, cantar, participar en juegos de mesa o manualidades permite a las personas mantenerse activas y funcionales. De esta manera, se disminuyen los factores de riesgo para padecer EA y se mantiene un equilibrio emocional, conductual y social.
¿A qué edad es recomendable hacer pruebas para identificar las posibilidades de que una persona contraiga Alzheimer en un futuro?
A pesar de que la edad es uno de los factores de riesgo más importantes a tener en consideración en la EA, no se estima una edad exacta para poder realizar una prueba. Se podría considerar que las personas que han alcanzado los 50 años deben prestar mucha atención a los signos y síntomas característicos de la fase inicial de la EA, estos son: olvidos repentinos de conversaciones, eventos, citas médicas o dificultades en el manejo de las actividades de la vida diaria (cambiarse de ropa, tomar una ducha, peinarse, poner seguro en puertas y ventanas, etc.) Si la persona ha presentado uno o varios de estos síntomas es importante que consulte con un profesional para poder realizar una adecuada valoración médica y neuropsicológica.
Entre los últimos avances que se han producido, destaca el fármaco Aduhelm, que ayuda a combatir el deterioro cognitivo. Sin embargo, este fármaco ha generado mucha controversia porque también reduce las placas beta-amiloide en el cerebro y esto no se traduce en una mejoría del estado del paciente. ¿Qué opina sobre él?
Las placas seniles se forman, entre otras cosas por la acumulación de la proteína beta-amiloide cuyas funciones se relacionan con el estrés oxidativo, el transporte del colesterol o la actividad antimicrobiana, entre otras. En las personas que padecen EA la producción de esta proteína es masiva frente a la cual el cerebro se ve desbordado y sin posibilidad de actuar con eficacia en su eliminación. Todo ello genera un proceso inflamatorio que, junto con el propio efecto tóxico de la proteína beta-amiloide, contribuye a lesionar a las neuronas (Duque Moreno, 2019). El fármaco Aduhelm de la farmacéutica Biogen busca eliminar los depósitos de la proteína beta-amiloide del cerebro.
Si bien es cierto su aprobación es fuente de controversia y opiniones divididas en el ámbito médico, considero que si este fármaco es una alternativa para millones de personas que padecen Alzheimer se lo debe considerar para un posible tratamiento farmacológico, siempre y cuando se aclaren las dudas que se ciernen en torno a los ensayos clínicos y los resultados obtenidos de los estudios realizados para su aprobación.
En cuanto al diagnóstico y tratamiento, ¿qué avances considera que serían buenos?
Para que una persona sea diagnosticada con EA es importante la participación de un equipo de trabajo que involucre a médicos, neurólogos, neuropsicólogos y psicólogos, cada profesional capacitado en su área es el encargado de administrar las pruebas necesarias que afirmen o descarten el padecimiento de esta enfermedad, por lo tanto, considero sumamente importante el avance en el trabajo multidisciplinario tanto en el diagnóstico como en la intervención para beneficio de las personas con EA y sus familiares.
Y a nivel de sociedad, ¿qué se debería de hacer para mejorar la calidad de vida de estos pacientes?
A nivel social existen organizaciones y asociaciones tanto de personas con EA como de familiares que buscan concientizar sobre esta enfermedad al mismo tiempo que funcionan como una red de apoyo.
Considero importante que se deban fomentar y apoyar activamente a estos espacios a través de la colaboración ciudadana y gubernamental bajo la supervisión de profesionales de la salud mental, debido a que estos lugares permiten mejorar la calidad de vida de los pacientes, haciéndolos sentir funcionales, activos, valorados y sobre todo acompañados, ya que no están solos ni son los únicos con esta enfermedad.