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«El Síndrome Confusional Agudo se podría reducir humanizando la sanidad»

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Isabel Ostabal Artigas es médica Intensivista desde 1997. Actualmente, trabaja en la UCI del Hospital Miguel Servet y es doctora en Medicina por la Universidad de Zaragoza, además de profesora asociada de la Universidad de Zaragoza. Tiene un máster en Nutrición Clínica por la Universidad de Valencia y un experto en inmunonutrición por la Universidad de Zaragoza. Autora de múltiples libros basados en diferentes aspectos del manejo del paciente crítico, con divulgación nacional e internacional, revisora de artículos de la ESPEN y miembro del grupo de metabolismo y nutrición de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y dela Sociedad Científica de Medicina Intensiva y de la SENPE.

El Síndrome Confusional Agudo, también denominado como “delirium”, es uno de los trastornos cognitivos más importantes en el anciano, pero, ¿en qué consiste exactamente?

El síndrome confusional agudo es una patología neurológica que se da en el contexto de una enfermedad grave o una alteración orgánica importante y en situaciones de vulnerabilidad, como puede ser edad avanzada, pérdidas auditivas, visuales, alcoholismo, desarraigo social, etcétera.

Consiste en alteraciones de la conciencia, de la percepción y del conocimiento. Es un cuadro que aparece bruscamente y que fluctúa en el tiempo. Lo identificaremos porque el paciente no se reconoce a sí mismo ni al entorno, se suele mostrar agitado, aunque no siempre, y muchas veces tiene alucinaciones sobre todo visuales. Solo un 5% de las personas que lo padecen recuperan totalmente su capacidad psíquica y motriz y suele ser el desencadenante de institucionalización permanente en ancianos que ya comenzaban a ser especialmente frágiles.

 ¿Por qué se produce este trastorno?

Debajo de este cuadro siempre subyace una causa orgánica de cierta entidad, que puede ser una enfermedad aguda grave, que provoque estrés o inflamación sistémica, o el uso o abuso de medicamentos con actividad anticolinérgica. Aunque no es una patología exclusiva del anciano, es cierto que esta población es más vulnerable por tener otros déficits propios de la edad como los auditivos, los visuales, además de ser personas con menos estímulos medio-ambientales.  De todas formas, la fisiopatología exacta de esta patología no se conoce, pensándose que su causa es multifactorial.

Sus características y síntomas son parecidos a la demencia, ¿cómo se pueden diferenciar el uno del otro?

Se parecen, pero no deben confundirse. El síndrome confusional agudo es de aparición súbita, mientras que la demencia tiene un curso larvado y progresivo a lo largo del tiempo.  El síndrome confusional agudo es fluctuante y la demencia no fluctúa, sino que va progresando a lo largo del tiempo. El síndrome confusional agudo con medidas preventivas y en su defecto tratamiento puede ser solventado, mientras que la demencia una vez que se instaura permanece y tiende a progresar.

¿Tiene tratamiento este síndrome?

Sí, tiene tratamiento, pero, sobre todo y más importante, tiene medidas para prevenirlo. Como he referido anteriormente debajo de él, siempre subyace una causa orgánica, por lo cual ante su aparición hay que diagnosticar esta causa y tratarla (muchas infecciones urinarias en ancianos debutan con un cuadro confusional agudo).

Mientras se controla la enfermedad y, sobre todo, en pacientes vulnerables (personas mayores, con problemas sociales, alcoholismo, auditivos o visuales), se debe intentar prevenir su aparición mediante la reorientación del paciente mediante estímulos (tener un reloj, sus gafas, su audífono, una radio, una televisión, hablar con él, mantener la habitación iluminada, asegurarles el descanso, evitar en la medida de lo posible la polimedicación y en aquellas personas que tomen medicación psicoactiva no suspenderla bruscamente).

Cuando ya ha aparecido, en algunas ocasiones con medidas de reorientación es posible solventar el cuadro, aunque normalmente hay que recurrir a los neurolépticos para su control.

El delirium hipoactivo pasa, frecuentemente, inadvertido. ¿Qué es el delirium hipoactivo y cómo abordarlo?

Cuando pensamos en un cuadro confusional agudo, nos imaginamos un paciente agresivo, agitado, que no sabe donde está, ni quién es, ni reconoce a nadie y que tiene alucinaciones visuales, normalmente de personas que quieren hacerle daño o que están haciendo algo que les molesta. Pero en una cuarta parte de estos casos, el paciente presenta un cuadro confusional agudo y si no pensamos en él, no lo vamos a poder detectar y por tanto tratar… es el caso de los pacientes que sufren un cuadro hipoactivo. Suelen ser personas mayores, que sufren trastornos electrolíticos o procesos infecciosos graves y, que las vemos sumidas en un letargo, apáticas, con disminución de la respuesta a estímulos externos y que manifiestan indiferencia afectiva.

Para el abordaje de estos casos, primero hay que saber identificarlos previa sospecha y una vez hecho corregir esas alteraciones electrolíticas o esta infección que está provocando el cuadro y, mientras tanto habrá que medicarlos con neurolépticos e intentar en la medida de lo posible su reorientación.

Los cuadros confusionales agudos hipoactivos, suelen tener peor pronóstico porque pasan muchas veces inadvertidos y por lo tanto no reciben tratamiento o este llega muy tarde.

Hace un tiempo, se publicó un artículo que decía: “La pandemia deja más casos de delirium en pacientes mayores, siendo un factor de riesgo mortal”. ¿Es esto cierto?

Sí, los efectos del Covid-19, son devastadores para cualquier persona, pero sobre todo para las personas mayores, que son especialmente vulnerables. Su cerebro ha perdido “plasticidad”, suelen ser personas que arrastran otras co-morbilidades, están polimedicadas y padecen déficit auditivo y visual. A lo que se suma el distanciamiento social y familiar, que el manejo de estos pacientes requiere y que los aboca a presentar cuadros confusionales agudos.

La aparición de cuadro confusionales agudos conlleva otras complicaciones que también tienen sus consecuencias como son el encamamiento, las medidas de contención mecánica, las sedaciones, con el consiguiente riesgo de flebitis, tromboembolismos, broncoaspiraciones, deterioro del nivel de conciencia y de la función respiratoria, úlceras de decúbito y otros tipos de “desacondionamiento” del paciente, con consecuencias letales.

Por otra parte, decir que muchos de estos pacientes añosos, que a consecuencia de  sufrir una infección por el Covid-19, requieren ingresar en el hospital y presentan cuadros confusionales, si superan la infección terminan institucionalizados, al ver mermadas sus actividades psicomotrices, con lo cual aumenta su mortalidad una  vez superada la infección y también los costes sanitarios.

¿Cree que con un cambio en la atención sanitaria se podría reducir este síndrome y evitar que se “cronifique”?

Sí, humanizando la sanidad. Dando protagonista a la figura del cuidador, que preferiblemente debe ser la persona a la que está habituada el enfermo, dejándole colaborar en los cuidados, permitiendo su presencia permanente en el hospital.

Las habitaciones de cualquier institución sanitaria deberían tener luz natural para que la persona sepa cuando es de día y cuando es de noche. Se le debería permitir a todo paciente llevar su reloj, sus gafas, su audífono, tener objetos personales a los que tenga apego cerca de él. Hablarle, explicarle las cosas detalladamente y reorientándolo.

Otro de los problemas que hay con estos cuadros, es que muchos sanitarios piensan que son inevitables y eso no es cierto, son evitables y además cuando aparecen hay que tratarlos y tratarlos pronto para evitar secuelas.

Quiero recalcar que sí se puede prevenir y se debe prevenir. Y para prevenir lo primero que hay que hacer enfocarnos en los pacientes más vulnerables y en ellos tomar ya medidas de rehabilitación, con el apoyo de familia o cuidador (es fundamental), empatía y compromiso de enfermería, apoyo de fisioterapeutas, rehabilitadores y sobre todo mucha terapia ocupacional. Afortunadamente en los últimos años estas figuras están empezando a tomar peso en las residencias, en los hospitales e incluso en las ucis, con resultados muy notorios.  Otros puntos muy necesarios para evitar estos cuadros son las movilizaciones de los enfermos lo más precozmente posible y el cuidado de su situación nutricional.

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