Actualmente, la mayoría de los futuros médicos que realizan el MIR tienen el objetivo de conseguir nota suficiente para poder especializarse en alguna área y son pocos los que se interesan por la medicina familiar, ¿a qué cree que se debe esto?
La especialidad de MFC está muy infravalorada por desconocimiento. En la facultad, durante la carrera, se hace mucho más hincapié en las especialidades y parece que ser médico general es un escalón menor; así, los recién licenciados presuponen —erróneamente— que pueden hacer una mejor carrera profesional con otras especialidades.
Debido a la pandemia provocada por la Covid-19, hay algunos profesionales que creen que “el barco de la Atención Primaria se ha hundido”, ¿hasta qué punto está de acuerdo con esa afirmación?
Para nada. La AP sigue siendo el primer escalón de atención al paciente. El Médico de Familia —antiguamente conocido como «Médico de Cabecera»— es el que tiene el primer contacto con el paciente, el que debe conocerlo en toda su amplitud e integridad. Las especialidades «sectorizan» al paciente; en AP se le ve y estudia en todo su conjunto.
¿Cree que la atención primaria es la gran olvidada de las administraciones?
Sin duda. La Administración la relega cuando no se preocupa de dotarla adecuadamente, lo que implicaría reducir los cupos de pacientes, aumentar el tiempo de atención para cada cita y suplir todas las bajas en vez de acumular cupos.
¿Considera que está bien valorada? No solo por los pacientes, sino también con respecto a las demás especialidades.
Los pacientes valoran siempre al médico vocacional que se esfuerza por atenderles y entenderles. Los compañeros, en general, valoran al profesional bien formado sea cual sea su especialidad.
Con la llegada del nuevo coronavirus, la medicina de familia se ha tenido que adaptar a esta nueva situación y una de las medidas ha sido la cita telefónica. ¿Cree que esta medida ha llegado para quedarse o, por el contrario, cree que es una medida temporal hasta que pase la pandemia?
Desgraciadamente, ha venido para quedarse, aunque confío que solo para algunos casos. El Código de Deontología Médica (Guía de Ética Médica) es muy claro cuando en su artículo 26.3 dice: «El ejercicio clínico de la medicina mediante consultas exclusivamente por carta, teléfono, radio, prensa o internet, es contrario a las normas deontológicas. La actuación correcta implica ineludiblemente el contacto personal y directo entre el médico y el paciente». La pandemia ha flexibilizado este contacto personal y directo, pero, cuando todo se normalice, deberá quedar relegado a situaciones concretas y no «para todo», como sucede ahora.
¿Hasta qué punto considera que es necesario el contacto directo con el paciente en una consulta?
Es imprescindible. La anamnesis no es solo explorar al paciente, es escucharle y fijarse en cómo se expresa. El ser humano comunica no solo con la palabra, también con los gestos, las expresiones… Recuerdo que un profesor nos decía que la primera información que el paciente nos trasmitía y se podía valorar era el cómo nos saludaba.
Centrándonos en las dolencias o patologías, ¿cuáles suelen ser las más frecuentes en los pacientes que atiende?
Las habituales de todas las consultas médicas: en agudos, dolores e infecciones; en crónicos, de todo tipo: hipertensión, depresión, reumatismos, etc.
Usted también es especialista en terapias homeopáticas, ¿en qué momento las recomendaría?
La homeopatía es un arma terapéutica más en las manos del médico. En algunos casos, los medicamentos homeopáticos pueden ser el único tratamiento; en otros, complementan el tratamiento convencional. El médico debe elegir siempre aquello que sea más útil para el paciente con el menor riesgo de efectos indeseables. Es fundamental cumplir el axioma de «primum non nocere» (primero no hacer daño), pero siempre basándose en la experiencia y la evidencia para así —parafraseando a Hipócrates— tratar de «curar si se puede, aliviar con frecuencia y consolar siempre».