Entrevistas
«El mayor reto de los internistas es ser capaces de reivindicar nuestro papel como médicos generalistas y nuestra visión global»
En primer lugar, ¿cómo explicaría su especialidad?
La Medicina interna es una de las especialidades más frecuentes en nuestros hospitales y, posiblemente, de las más desconocidas. Los internistas somos especialistas en el manejo global del paciente, podemos encargarnos de diagnósticos complejos o difíciles, de patologías que afectan a múltiples órganos, de apoyar a otros especialistas con patologías a las que no están acostumbrados (al cirujano con una neumonía o al traumatólogo con una diarrea).
Además, dentro de los especialistas en medicina interna algunos pueden centrarse en áreas específicas como las enfermedades infecciosas, las enfermedades autoinmunes, las enfermedades raras, etc. Quizás una forma gráfica de entender a que nos dedicamos es pensar en el televisivo Dr. Gregory House, aunque normalmente somos más amables y empáticos.
Entonces, ¿de qué tipo de pacientes y patologías se ocupan como internistas?
Nuestros pacientes potenciales son muy amplios, desde ancianos con múltiples patologías que implican distintos órganos y sistemas, hasta paciente jóvenes con síntomas poco claros o difíciles de encuadrar. Además del tratamiento y seguimiento de enfermedades crónicas.
En ese sentido, ¿qué tipo de patologías o enfermedades crónicas son las que atienden con una mayor frecuencia?
Los pacientes crónicos que con mayor frecuencia vemos en nuestras consultas son diabéticos, hipertensos, pacientes con problemas vasculares, patología tiroidea y, muy especialmente, aquellos pacientes que tienen varios de estos problemas de forma concomitante.
También entra en nuestro ámbito aquellos pacientes con enfermedades de origen poco claro como intestino irritable, fibromialgia o síndrome de fatiga crónica.
¿Cree que necesita esta especialidad una sub especialización?
Aunque no existen oficialmente, los internistas ya estamos especializados en una gran porcentaje, hay quien se dedica a la medicina de urgencias, las enfermedades infecciosas, las enfermedades autoinmunes, la diabetes, etc. Es un fenómeno que ha ocurrido con todas las ramas de la medicina y los internistas no han sido ajenos, la gran complejidad de la medicina precisa de especialistas en áreas concretas, pero también de médicos con una potente formación general y eso es algo muy importante entre los internistas.
Y en cuanto al paciente, ¿qué supone verlo en su conjunto, tanto en diagnóstico como en tratamiento?
La visión global que aportamos los internistas permite en muchas ocasiones diagnósticos más certeros y tratamientos más eficaces, además de reducir el riesgo de problemas derivados de los distintos tratamientos. Es necesario ver al paciente como un todo, un conjunto de órganos y sistemas que interactúan entre sí y con el entorno, el aparato locomotor, el sistema nervioso el aparato respiratorio no son estancos, los problemas de unos influyen en los otros y en ocasiones de forma decisiva.
En muchas ocasiones se les suele confundir con el médico de familia, de atención primaria. ¿Qué aspectos les diferencian?
La medicina de familia es el pilar fundamental del sistema sanitario y algunos aspectos de nuestra formación como internistas se solapan con la suya, pero la forma de abordar y manejar los problemas es muy distinta.
Además, el médico de familia también tiene formación sobre áreas médico-quirúrgicas (oftalmología, ginecología, traumatología), pediatría, salud pública, etc. que hacen que su ámbito de actuación sea aún mayor que el nuestro, nos diferencia básicamente la profundidad que los internistas aportamos a los problemas médicos del adulto.
El médico de Medicina Interna también está muy implicado en gestión clínica, ¿no?
Todo lo implicado que desee estar, como médicos hospitalistas estamos muy cerca del día a día de los servicios y, además, trabajamos a muchos niveles, apoyamos a las áreas quirúrgicas, urgencias, intensivos, etc. Por tanto, es un perfil muy adecuado para asumir tareas de gestión.
¿Cree que los avances, como son la telemedicina, la hospitalización a domicilio, etc., está influyendo en la labor del internista?
Muchísimo, está influyendo y está siendo enormemente positivo dotándonos de múltiples herramientas para mejorar la asistencia a los pacientes. La imagen del internista clásico dedicado al pase de planta y la consulta se ha visto complementada con otras muchas posibilidades.
La hospitalización a domicilio permite sacar a los pacientes antes del hospital y mejorar sus posibilidades de recuperación, los cuidados paliativos han permitido humanizar la asistencia al paciente terminal, las unidades de corta estancia han logrado disminuir las complicaciones de ingresos prolongados, las unidades de diagnóstico rápido agilizan el manejo de pacientes con patología potencialmente grave, etc.
La telemedicina, por la cual estoy especialmente interesado, es posiblemente la herramienta más novedosa y también de las más prometedoras. Acercar al paciente al especialista sin necesidad de que acuda al hospital hace nuestra labor más accesible a multitud de pacientes y nos permitirá agilizar nuestras agendas.
La actual crisis del covid 19 nos ha enseñado que la telemedicina es posible tanto con los pacientes como con otros especialistas. Creo que será la herramienta del futuro, en unos años será más frecuente la teleconsulta que la consulta presencial.
Naturalmente tiene sus limitaciones, la principal es no permitir una exploración física adecuada, por ello su mayor potencial está en el seguimiento y control de pacientes crónicos. Además siempre es posible combinar medicina presencial con telemedicina.
¿Cuáles cree que son los retos a los que se enfrentan con vistas al futuro?
El mayor reto de los internistas es ser capaces de reivindicar nuestro papel como médicos generalistas y nuestra visión global. En una medicina cada vez más tecnológica y con cientos de subespecialidades y técnicas novedosas, corremos el riesgo de perder de vista nuestra razón esencial de existir, que no es otra sino la de cuidar de los pacientes, sanarlos cuando es posible, aliviarlos cuando no y acompañarlos siempre.
Creo que mi especialidad en ese aspecto es de las que mejor conserva el espíritu de aquellos primeros clínicos que haya por el siglo XIX empezaron a crear hospitales y escuelas de medicina.
No quiero que se me mal interprete, la tecnología es esencial y el desarrollo de nuevas técnicas salva vidas a diario, pero hay que estar atento para no olvidarnos de que el paciente es el eje fundamental de actividad médica, ya nos dediquemos a colocar prótesis de cadera, diseñar fitofármacos de última generación o tratar catarros en un centro de salud rural.