Entrevistas
«Las emociones no son el enemigo, están de nuestro lado»
Las emociones son un valor del ser humano, aunque, como todo, tienen su lado positivo y su lado negativo. Sin embargo, son pocas las personas que saben que, las emociones negativas, se pueden “calmar”. ¿Cómo se regulan este tipo de emociones?
A veces pensamos que las emociones son como el clima: algo sobre lo que no tenemos ninguna influencia. Sin embargo, como la lluvia, podemos hacer miles de cosas diferentes. Podemos coger un buen paraguas y resguardarnos o dejar que nos cale hasta los huesos. Podemos maldecir cuando abrimos la ventana y vemos que llueve ¡otra vez!, asumir que a veces llueve y punto, o salir a la calle a saltar los charcos. A veces no llevamos paraguas, pero nos dejamos tapar por otro que sí lo lleva. Podemos llevar ropa apropiada o empeñarnos en salir vestidos de verano porque no queremos aceptar que esté lloviendo… El efecto no lo produce tanto la lluvia, como todo lo demás.
¿Por qué es tan importante saber regularlas?
Con frecuencia las regulamos al revés. Hace poco hacía una encuesta en Twitter y la pregunta era: ¿qué hacemos cuando nos sentimos mal? ¿cómo nos tratamos? Un 38% decían que cuando se sentían mal eran su peor enemigo. Un 30% afirmaban que en esas situaciones se autoabandonaban. Solo un 32% aseguraba cuidarse mucho cuando estaban mal. Hemos de cuidar de nuestras emociones para estar mejor, pero sobre todo, hemos de aprender a dejar de hacer cosas que empeoran nuestro estado emocional
¿Cuáles son los sistemas neurológicos que regulan nuestras emociones?
Todo el cerebro y todo el organismo participa en esta regulación. Las emociones se sienten en el cuerpo y el sistema nervioso autónomo que regula los órganos del cuerpo tiene mucho que ver. En el cerebro, hay muchas zonas interconectadas para esta función.
Hay algunas áreas muy importantes como la amígdala (que tiene que ver con cómo procesamos las emociones negativas) y la ínsula (relacionada con las sensaciones corporales), y estas zonas son calmadas y reguladas por áreas más complejas y desarrolladas (la corteza prefrontal), donde reside nuestra capacidad para hablarnos por dentro, para pensar sobre lo que sentimos y para tomar decisiones. Todas estas áreas han de relacionarse entre sí de un modo fluido y todas son importantes.
¿Qué problemática existe actualmente con las emociones? ¿Por qué cree que hay tantas personas que las esconden o suprimen?
Creo que el mayor problema es la tendencia a las reacciones extremas. Tan problemático es suprimir las emociones como dejar que se desboquen y descargarlas en los demás. Es igual de nocivo ser dependiente siempre de los demás a nivel emocional como tener una autosuficiencia exagerada. La regulación emocional tiene más que ver con el equilibrio que con desarrollar una tendencia al máximo. Sin embargo, en esta época parece que se promueve todo lo extremo, y esto se potencia también en los medios y en las redes sociales
¿Qué tipo de problemas cotidianos son fruto de una mala gestión emocional?
Muchas cosas que no parecen serlo. El grado en el que nos afectan las cosas puede ser causado porque en nuestra cabeza hay como una “caja de resonancia” que multiplica por mil el efecto negativo de lo que nos pasa. Por ejemplo, alguien hace un comentario negativo sobre nosotros, e internamente nos recriminamos y nos hacemos nosotros mismos muchos más comentarios negativos. A veces creemos que el problema es exclusivamente externo, pero entre lo que pasa fuera y el efecto interno, tenemos mucho margen de maniobra que es importante que podamos aprender a utilizar.
En ocasiones los problemas que se derivan de lo emocional son dificultades en las relaciones o problemas médicos, que no pensamos que están relacionados, porque “no nos ha pasado nada” en esos momentos. No pocas veces, sí que han pasado muchas cosas, pero en el pasado, y se han ido acumulando hasta desbordarse cuando menos lo esperamos.
Se dice que la regulación emocional es esencial en el proceso de la Inteligencia Emocional, pero, ¿qué es exactamente la inteligencia emocional y por qué es esencial la regulación de las emociones?
Si analizamos todo “de cabeza” nos faltarán piezas claves para entender lo que significan las cosas, para tener claves que nos ayuden a funcionar en las relaciones y para tomar decisiones. Se ha comprobado que nuestras decisiones son mucho más intuitivas y emocionales de lo que creemos, y que los razonamientos que nos hacemos de por qué hemos decidido eso, vienen realmente a posteriori de la decisión emocional. Ser conscientes de ello nos ayudará a tomar mejores decisiones, más orientadas a lo que realmente necesitamos.
Su libro “Lo bueno de tener un mal día” es una guía de supervivencia emocional, ¿cómo surgió la idea de escribir este libro y por qué decidiste centrarte en esta temática?
En los últimos años, he trabajado con varios colegas en investigaciones centradas en la regulación emocional. Hemos revisado muchísimos estudios fascinantes sobre cómo funciona todo esto en el cerebro y en el organismo, y me pareció interesante traducir todo esto para que pudiera llegar al público general. Hace un par de años había sacado otro libro también para no profesionales, “No soy yo”, y la experiencia fue muy interesante. Creo que para muchas personas, los libros son un cauce para entenderse a sí mismos y entender a los demás.
¿Qué mensaje quiere transmitir?
Que las emociones no son el enemigo, están de nuestro lado. Las tenemos porque nos ayudan a funcionar, quizás incluso más las de tono desagradable que las que son agradables. Cuidar de ellas, aprender a entenderlas, es cuidarnos a nosotros mismos y entendernos mejor. Esto es la base para estar bien y para conseguir otros cambios productivos en la vida. También nos ayudará a entender a los demás y a funcionar bien en las relaciones.
¿Qué fue lo más difícil a la hora de escribirlo?
Venía de escribir un texto mucho más amplio y mucho más técnico, orientado a terapeutas de terapia EMDR (Una psicoterapia orientada al trauma), sobre procesamiento emocional. Reconvertir toda esta información para hacerla digerible, simplificarla, traducirla a metáforas sencillas, llevó su tiempo. Pero al final creo haberlo conseguido. Una compañera me dijo hace poco que se lo estaba leyendo su abuela…
¿Algún consejo para los lectores?
Pediría que nadie lo lea para torturarse por lo mal que lo hace, esa no es en absoluto la idea. Seguro que hay muchas cosas que ya nos funcionan bien y hemos de mantenerlas. Si no es así, podemos ponernos a cambiarlas. En la regulación emocional hay una parte muy importante de aprendizaje. Tenemos un temperamento innato, pero podemos modelarlo bastante para que nos ayude a funcionar en la vida. De modo que si vemos que hay áreas en las que nos conviene trabajar, tengamos la paciencia de trabajar en ello.