Las últimas investigaciones también apuntan que existen profesiones donde un exceso de inteligencia emocional puede ser contraproducente, como por ejemplo mecánicos, científicos, o contables. En cambios en otras es crucial, Pero tampoco hay que pasar del blanco al negro más absoluto. Existen otras profesiones, como las de comercial, donde saber leer y regular las emociones es básico que nada en las profesiones que es más, importante es en las que hay un trato directo con personas y hay que aplicar un trato biopsicosocial como puede ser la enfermería.
En resumen, la inteligencia emocional es importante pero tampoco es una pócima, en ciertas situaciones puede ser muy útil, y en otras el cociente intelectual puro y duro (la capacidad de analizar y sacar conclusiones) puede ser más determinante, pero todo influye donde nos movamos.
Los seres humanos se ha visto que necesitan para enfrentarse a un mundo cambiante y poco predecible del desarrollo de emociones para su supervivencia, son necesarias indudablemente pero en algunos casos, un mal uso por exceso o por defecto, pueden hacer más difícil nuestra vida.
La teoría más generalizada es que incrementar el cociente intelectual es prácticamente imposible. Por eso la mayoría de cursos y coaches han apostado por aumentar la inteligencia emocional, aparentemente mejorable con la práctica.
Hoy en día se le da a la IE un mayor valor para alcanzar el éxito personal y profesional, por encima de un alto cociente intelectual. Un estudio desvela el cociente intelectual (CI) no es un parámetro valido para medir la inteligencia en términos absolutos.
Una investigación realizada en el ámbito mundial por The Consortium for Research en Emotional Intelligence in Organizations, se extrajo que el cociente de éxito intervienen un 23% de nuestra capacidades intelectuales y un 77%, de las aptitudes emocionales.
Un estudio realizado sobre más de 100.000 personas de todo el mundo, dirigido por el canadiense Adrian Owen, del Western’s Brain and Mind InstituteIl, llegó a la conclusión de que “ninguno de los componentes por sí solo, ni mucho menos el CI, puede explicar todas las habilidades y la inteligencia de un sujeto – explica el investigador-. Los cambios en el rendimiento se deben a tres componentes distintos: la memoria a corto plazo, el razonamiento y la capacidad de verbalización. Medir la inteligencia con una sola prueba, sea la que sea, puede dar resultados engañosos“
Se están publicando miles de artículos desde que apareció el concepto de inteligencia emocional uno con más evidencia científica y otros menos. Por los seleccionados para este proyecto se pueden resumir en 4 conclusiones que son las siguientes.
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Puedes cambiar, hasta cierto punto
La capacidad para gestionar nuestras emociones y las de los demás no varía mucho durante nuestra vida. Los factores más determinantes parecen ser la educación recibida, genes, y experiencias infantiles que son de gran influencia de por vida.
No es que no puedas desarrollar tu inteligencia emocional, pero para hacer cambios profundos deberás dedicarle tiempo y mucho esfuerzo
Eso sí, la inteligencia emocional mejora con los años, ¡de ahí el dicho de que la gente madura con la edad!
La ayuda profesional sí da resultados
Hay un intenso debate acerca del coaching y la formación en habilidades personales. Personalmente no creo que exista mala fe en los denominados “vende humo”, pero sí desconocimiento.
Muchos generalizan sus experiencias personales y creen que lo que les ha cambiado la vida a ellos, independientemente de sus circunstancias, funcionará en el resto. Para evitar este tipo de extrapolaciones existen los estudios científicos, realizados en decenas de voluntarios.
En estas condiciones, digan lo que digan los escépticos, los buenos programas de formación sí funcionan:
No pueden hacer milagros, pero los últimos meta-análisis demuestran que son capaces de mejorar la inteligencia emocional un 25% en promedio, y en el caso de las habilidades sociales, hasta un 50%.
Gracias a la plasticidad neuronal, el término que los neurólogos usan para referirse a la capacidad del cerebro para cambiar a cualquier edad, es posible aprender empatía y gestión emocional. En este último caso, la mejora puede llegar hasta el 35%.
Así pues, si no estás obteniendo resultados con tu coach o curso de formación, quizás sea hora de buscar uno mejor.
Es imprescindible que alguien te de feedback
Resulta que no somos demasiado buenos evaluando nuestro nivel de inteligencia emocional. La estimamos peor que nuestro cociente intelectual, por lo que además de no saber cuán listos somos, tampoco tenemos ni idea de si somos agradables.
Un estudio demostró que la forma en que nos vemos a nosotros mismos tiene poco que ver con la forma en que nos ven los demás. Es un método conocido que, en muchas competencias, las personas nos creemos mejor de lo que realmente somos.
Por estas razones, además de seguir un buen programa de formación, es importante que alguien te proporcione una visión imparcial de ti mismo.
Cuidado con las técnicas que usas
¿Cuáles son las mejores estrategias para desarrollar la inteligencia emocional?
Principalmente, las basadas en la terapia cognitivo-conductual. Es decir, aprender a cambiar tus pensamientos y las conductas que los acompañan.
Mejorar tu capacidad de aceptar y perdonarte (la autocompasión, un concepto que cada vez va a sonar más).
¿Y las que no funcionan?
Las autoafirmaciones positivas. Ándate con ojo con aquellos coaching o programas que prometen mejorar tu autoestima con mensajes positivos hacia ti mismo (“yo lo valgo”, “soy el mejor”, “yo me amo”, etc) ya que a menudo resultan contraproducentes. ¡Y pueden convertirte en un egocéntrico!. Depende cómo lo enfoquen te podrá servir de ayuda, se entiende como Coaching, (anglicismo que procede del verbo inglés –to coach– “entrenar”) consiste en dirigir, instruir y entrenara una persona o grupo con el objetivo de conseguir algún propósito para poder desarrollar unas habilidades específicas.
¿Cuándo se desarrolla la Inteligencia Emocional?
Resumidamente podemos decir que la IE se desarrolla a lo largo de toda nuestra vida, con cada una de las experiencias que vamos adquiriendo.
En la actualidad cobra interés cuando asumen cambios de paradigmas al no considerar la inteligencia como un factor exclusivamente intelectual.